Hidalgo no es el paraíso para los animales que hubiésemos imaginado cuando la Ley de Protección y Trato Digno para los Animales se aprobó en 2005. La visión de quienes redactaron ese texto dejaron en evidencia que “hay animales más importantes que otros”, y ahí comienza un limbo lleno de vacíos que han servido para que el maltrato y crueldad se sigan perpetuando.
Han pasado ya bastantes legislaciones y ninguna se vio realmente preocupada por el bienestar animal… pero eso cambia cuando es campaña, ¿cierto? Ahora los veremos ondeando la bandera animal cuando durante la actual legislación LXIV tan solo se propusieron seis iniciativas para reformar la ley, de las cuales todas se encuentran en la congeladora y con pocas ganas de salir de comisiones a pesar de tener los meses contados. Aun así algunos diputados buscarán la reelección este 6 junio.
Y si bien varias de estas iniciativas merecen quedarse por los siempre de los siempres en la congeladora por su falta de argumentos, esto habla mucho de los intereses que guarda el Congreso en Hidalgo, porque mientras el proyecto para nombrar como patrimonio cultural las peleas de gallos salió de comisiones casi de inmediato, gracias a la eficacia de Roxana Montealegre, no fue así para ninguno de los proyectos a favor de los derechos animales que esperan desde 2019 a ser votados en el pleno.
Aquí salta otro dato importante, de las seis iniciativas, cinco fueron propuestas por mujeres legisladoras emanadas de distintos partidos, mientras que solo uno fue un proyecto de la bancada del PAN, ¿casualidad? No lo creo.
Ahora, hablemos de estos proyectos en términos generales. La propuesta de la morenista Noemí Zitle en 2019 y la de la priista María Luisa Pérez Perusquía en 2021 consideraron subir las penas por maltrato animal, pero ¿de qué nos serviría subir las penas cuando lograr que un ministerio te tome una denuncia por este tipo de delitos es casi imposible? Y si se logra, la mayoría queda en un estatus de incorporación de carpeta, no hay investigación, no hay justicia. Proponer esto es perder un espacio vital que pudo utilizarse para proponer mejor un protocolo de atención a la denuncias de maltrato animal como se ha exigido los últimos años.
Asimismo, en esa propuesta Perusquía busca prohibir que se vendan animales enfermos o lesionados, porque pues ya saben, hay que defender los derechos del consumidor, ¿acaso se consideraron los daños colaterales de tal demanda? ¿o cómo creen que depuran los criadores de perros el “producto fallido”? Esto solo ayudaría a justificar otro acto de maltrato o abandono.
Pero no solo la diputada pensó que era bueno regularizar la venta, sino que el PAN se apresuró también a proponer que los establecimientos de venta animales y crianza de animales tomen medidas para garantizarles protección, trato digno y respetuoso a los animales; o sea ¿no sería más fácil prohibir la venta? ¿A alguien le interesan los animales o el comercio? Es irónico si además pensamos en que el PAN siempre va por ahí con la bandera provida. No se puede “proteger su vida” si por otro lado permitimos su explotación, esto ni siquiera es una dicotomía discutible, ni llega a un dilema ético, la sobrepoblación de perros en situación de calle está estrechamente relacionada con la venta inmoderada de mascotas, que en Hidalgo no solicita ni de un permiso oficial ni certificado para hacerlo, y hasta la administración de las instalaciones de la Feria de Pachuca a través de la Operadora de Eventos lo solapa, ¡todos sabemos lo que pasa en su estacionamiento!
La única iniciativa rescatable de este bonche es la propuesta de la diputada Areli Rubí Miranda, que si bien necesitaría ahondar en algunos puntos, ésta realmente responde a una necesidad que se vive a diario, y es que los elementos policiales puedan apoyar en las acciones de rescate cuando se trate de animales abandonados dentro de predios o casas particulares, y este tema sí es urgente de abordar, discutir y aprobar, pues uno de los pretextos más recurrentes a la hora de reportar o denunciar un acto de maltrato es que si es dentro de un espacio privado, ninguna autoridad puede entrar hasta que se desahoguen las evidencias, y como eso nunca pasa, los protectores animales son quienes se arriesgan a entrar y rescatar antes de que la muerte sufrida e indigna cobre la vida de otro animal.
Melisa Agüero