La prostitución en las redes

Monterrey /

Las redes sociales vinieron a revolucionar la comunicación en una época donde se rompieron las barreras de la distancia y el tiempo. Sin duda son un excelente medio para difundir noticias que pueden viralizarse en cuestión de horas, quizás en minutos.

El Facebook, el Twitter y el Instagram son herramientas utilizadas por una gran masa, en su mayoría joven, que publica cada momento de su vida, y a través de ellas nos enteramos de su quehacer cotidiano.

Sin embargo, algunas mentes perversas las están aprovechando para difundir pornografía y ofrecer comercio sexual sin control alguno por parte de las autoridades.

Todavía no existe una ley que regule o las modere, y ha tenido que ser la propia empresa Google la que imponga algunas restricciones, aunque son evidentemente insuficientes.

El Twitter es el mejor ejemplo del uso indebido, pues con toda libertad se ofrecen mujeres y hombres para poner el venta sus packs de fotografías y videos.

Si bien es cierto que hay algunos que son bloqueados por la empresa, con mucha facilidad los jóvenes pueden acceder a cuentas de miles de usuarios que exponen sus cuerpos en venta, con pagos mediante depósitos bancarios o a través del sistema pay pal.

También hay cientos de cuentas de menores de edad que entran al juego de mostrar sus cuerpos, y en algunos de los casos lo hacen seguramente por cumplir retos con otros amigos.

En el Facebook circulan infinidad de imágenes con desnudos y violencia sin control alguno por parte de las autoridades. Hasta los legisladores le temen al juicio público en esas mismas redes sociales que se niegan a ser reguladas.

Hasta ahora nadie se ha atrevido a meterse con los cibernautas y los tuiteros por temor a ser atacados con una virulencia que acabe con sus carreras en cuestión de unos likes.

Como padre me preocupa que haya tantas facilidades para asomarse a una realidad cruda y sin la debida supervisión. No me considero una persona “persignada” o “mocha”, pero confío en los especialistas cuando señalan que la exposición exagerada de violencia o sexo daña a una juventud en proceso de formación. 


miguelangel.vargas@milenio.com


  • Miguel Ángel Vargas
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