Hace meses el presidente López Obrador envío al Congreso de la Unión un conjunto amplio de reformas a la constitución. Desde entonces se han suscitado cientos de opiniones, estudios y documentos de muy variados autores, instituciones y universidades, para analizar el beneficio o no de las propuestas de reforma.
La más controvertida ha sido la reforma del modo de nombrar a los jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación, pues incluye la propuesta de una votación pública de todos los ciudadanos para elegir a dichos funcionarios. Es una propuesta compleja y a ratos confusa. De ahí se han derivado discusiones y estudios para mostrar bondades y defectos de la propuesta.
La iniciativa presidencial contiene, cientos de reformas a cientos de párrafos constitucionales, lo cual la hace difícil de comprender pues se complica revisar si los efectos de una propuesta, digamos la del poder judicial, afecta a otras propuestas y las vuelve contradictorias. Y, además, las prisas por el tiempo que ha solicitado el presidente para ser aprobadas y firmadas es muy corto. Estamos así, ante un posible futuro inmediato confuso en varias áreas de actividad económica, social y política del país, y de cada estado de la federación, vista la cantidad de modificaciones.
Otro ejemplo es la supresión de los Institutos y Comisiones institucionalizadas en la actual constitución, pues son órganos, institutos, en funcionamiento hoy, con pendientes y procesos que deben desahogarse en cumplimiento de lo mandado en sus leyes y decretos particulares|, lo cual anuncia una etapa en la que han de seguir atendiendo todos los asuntos de su competencia actual. Lo cual seguramente generará inconformidades y problemas prácticos pues el presupuesto público estará muy limitado pues están en extinción.
Y los iniciadores de esta macro propuesta que modifica puntos centrales del actual texto, estarán o en otro puesto o gozando su retiro. Quienes aprobaron los nuevos textos gozarán de la simpatía del gobierno; los detractores estarán, con justa razón, desmotivados y quizá rumiando su derrota por no haber realizado lo necesario para vencer lo que tiene de irresponsable la macro propuesta gubernamental y el placido camino de aprobación por un congreso poco pensante.
¿Y las promesas de la democracia? Una vez más dando motivos para querer otros modos. Veremos.