Educar(se) una tarea permanente

Ciudad de México /

Es frecuente confundir la educación con la escolaridad. Desde luego, la escolaridad es una fuente de educación para las personas. No obstante, certificar la escolaridad de las personas no garantiza personas educadas. La educación requiere algo más que la escolaridad. La evidencia de esa necesidad, ir más allá de la escolaridad, está justo en los límites de los modos y las características de esa educación escolar, por muy superior y de calidad que sea. El punto del argumento no busca desconocer el aporte de la escuela sino reconocer la importancia de aprender más allá de la escuela, reconocer cómo la vida familiar, la comunitaria y la social nos proveen de numerosos momentos y prácticas, en muchas ocasiones graves e importantes para participar en la mejora de la vida para todos.

Repaso con brevedad tres límites de la escolaridad, sin calificarlos de deficiencias del sistema educativo escolar. El primero esta en el objetivo de educar a todos los miembros de una sociedad.

Avanzamos hasta lograr un alto porcentaje de personas quienes han asistido a la escuela. En México 97%, aproximadamente, de los mexicanos entre 6 y 11 años está en la escuela primaria. El porcentaje se reduce para los ciclos secundarios y superiores. ¿Qué hacemos con quienes no asisten?

El segundo límite es la relación entre lo aprendido en la escuela y las demandas de la sociedad a las personas educadas. Una manera de decirlo es la siguiente: nuestra educación nos prepara para competir y no para colaborar. Competir para conseguir un trabajo, competir para conseguir bienes personales y no para aumentar los bienes comunes. Aumentar los bienes comunes es difícil y complejo. Lo es más cuando no hay educación para lograr ese propósito como “el” fin de la educación, formal o familiar.

Un límite más está en el supuesto de los gobiernos por el cual se afirma como verdad incontrovertible la política de “enseñar mediante un modo único en todo el país”. Quedan fuera etnias entreras y grupos con capacidades diferentes. No es necesario aprender del mismo modo a leer y escribir, matemáticas, ciencias, emociones y ética. Hay muchos modos.

Superar estos límites pide familias capaces de formar en la compasión, el compromiso y la reflexión. Y promover comunidades entre jóvenes para lograr un lugar social de y para ellos. Y ahí, educarse con ayuda pertinente. ¿Sera posible?


  • Miguel Bazdresch Parada
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