Una de tantas verdades populares son los dichos y las consejas. Hoy resuena aquella de “En este mundo cruel, todo tiene remedio menos la muerte”. Así, personas, cosas, encargos, problemas y placeres tendrán remedio, antes o después de lo esperado. Cuanto más un período de gobierno en nuestro querido país mexicano.
Hoy la entrega cotidiana de los diarios, la radio y la televisión pinta muy bien el momento del régimen en la hora terminal del mandato del presidente y sus ocurrencias. Es una repetición del momento del presidente Calles al entregar la banda al nuevo presidente Cárdenas, y el mismo momento vivido por este al entregar el poder Ávila Camacho y este a Miguel Alemán. Y así sucesivamente. Todos los sucesores dejaron atrás discursos, planes y si vale la calificación, también los caprichos de sus “padrinos”. Lo que hoy vivimos es sólo una repetición, pintada de otro color, de los sucesos promovidos al final del tiempo protegido y el deber de entregar el poder, que se sabe omnímodo, al sucesor, y ahora sucesora.
Quizá sólo dos hechos parecen diferentes a otras sucesiones. La casi ausente postura de la oposición, incapaz de construir un discurso “anti - propuestas” presidenciales, de una índole tal que la población caiga en cuenta de la incorrección de lo propuesto y a su vez, la incapacidad de sumarse a las manifestaciones, legítimas, de la oposición ciudadana. Parece una ausencia, por lo demás, irresponsable, de los grupos políticos de oposición, negados a adherirse a la ciudadanía inconforme con las ideas contenidas en las iniciativas de modificación constitucional y, dicho con una comparación futbolera, conformes con la “goleada” que sufren.
Parece tan mal hecha la propuesta de reforma al poder judicial, como ignorante de los mismos recursos ya existentes en el mismo texto hoy en vigor. Por ejemplo, bastaría incluir el proceso de nombramiento de los funcionarios sea el plebiscito o el referéndum, y no la votación para decidir candidatos. De lejos parece de una ignorancia supina ofrecer un modo, cuyo resultado no tiene sino un resultado: fracaso.
Veamos el último acto del segundo Maximato mexicano con ojos de historia y agudicemos vista y reflexión para ver al detalle final de la etapa que termina y el comienzo de la nueva etapa con los sucesores designados y sus propuestas. La población sabrá agradecer y esperar.