IA: ¿Distopía o utopía?

Jalisco /

Hemos entrado, como mundo, a una posibilidad de cambio social no previsto, quizá sólo alucinado en la literatura de las distopías. La irrupción de los algoritmos de última generación, en la tecnología accesible a las personas sin un dominio particular de las aplicaciones técnicas de la ciencia de datos, ha sido posible establecer en el trato hombre – máquina algo cercano al diálogo humano – humano. Tales hechos plantean posibilidades hasta ahora sólo existentes en la literatura de ficción.

Los algoritmos son en ciencia física lo más parecido a una receta del mundo de la cocina. Los conocemos bien quienes usamos Google, por ejemplo, o cualquier otro motor de búsqueda de algo escrito en algún lado. Pensemos en la receta del pozole, por ejemplo. Si no sabemos nada, el algoritmo nos dice cuáles ingredientes y con cuáles características específicas son necesarios para conseguir una olla de pozole. También nos dice con la claridad de una cocinera amable, cuáles son las operaciones concretas a las que conviene someter a los ingredientes, con cuál orden, cuánto tiempo y cuáles son las mezclas o combinaciones necesarias. La tarea del humano es preguntar todo lo necesario.

Pues un algoritmo es algo parecido a la receta, con la ventaja que tiene objetivo, proceso y detalles ya escritos en forma tal que sólo es necesario encender la computadora, ubicar el lugar dónde se encuentra el algoritmo esperando a ser convocado a realizar sus tareas, escribir en el lugar debido las instrucciones que le pedimos realice y esperar quizá dos segundos para que nos entregue su resultado.

A estos algoritmos, las máquinas que los controlan y las máquinas adecuadas para permitir la conexión – y las instrucciones – con quien busca, computadora mediante, una respuesta a una pregunta, les hemos llamado “inteligencia artificial generativa.” (IAG) Era un sueño, hace muy poco, preguntar al algoritmo, por ejemplo, cuáles han sido los papas, a partir de Benedicto I, cuya labor de pontífice los llevó a morir, dada la oposición de los reyes y monarcas de cada época. Con la respuesta quizá de 5 segundos, estaremos ante una increíble historia del papado de más o menos 15 siglos. Una narración distópica increíble.

Desde luego la cuestión de la IAG no es tan simple. Falta mucha tecnología, pero el mundo ya está ahí, al principio. Y no va a parar. Recordemos cómo pasamos de la tracción animal, caballos, burros, mulas… a la tracción automóvil. El paso largo y complejo fue crear la máquina capaz de articular y definir el diseño de un grupo de piezas a fin de lograr el movimiento de un eje, con fuerza (torque le dicen) capaz de superar la fricción de la rueda y lograr que ésta se moviera sola. El resto fue tecnología con todo y oposición de cocheros, dueños de establos caballares, dueños de carruajes, y claro campesinos y agricultores forrajeros. Y aquí estamos con una máquina (algoritmo mediante) supersofisticada capaz de mover aviones a velocidades por encima de la velocidad del sonido y llevarnos en su interior a la playa, al continente o isla que nos interese. Ahora sí utopía cumplida: el hombre puede volar, sin convertirse antes en pájaro.

Así, la cuestión es ¿utopía o distopía? El ejemplo para discutir el tema es el robot humanoide. Existe una gran inversión en resolver el problema de crear un robot igual a una persona con el fin de sustituir a las personas de muchas labores cuyas características permiten errores o faltas por lo rutinario o lo complejo de esas labores. No habrá más errores si las hace un robot. Ya está probado, por ejemplo, en la fabricación de autos. Diferentes tareas que se cumplen mediante máquinas pesadas antes eran manejadas por una persona que ha sido sustituida por un algoritmo que mediante una máquina traductora le ordena a la maquinaria hacer lo necesario para ensamblar, articular, subir, bajar, etc., al montón de fierros que será un automóvil en unos minutos más. Utopía cumplida. El robot humanoide tardará aún un buen rato. Más de uno se queda en pensar en: “Preguntarle a un robot si mi cuarto de hotel está listo para ocuparlo… ¿Qué clase de hospitalidad es esa?”

Igual los educadores: ¿Un robot podrá enseñarle física a un joven inquieto y platicador? ¿Distopía? Preguntas del tipo que en el pasado fueron hechas en relación a la movilidad, a la medición del tiempo, a las capacidades necesarias para sobrevivir, a los aparatos aplicados en medicina.

¿Distopía o utopía? Sólo el futuro, la inventiva humana y la creatividad de hombres y mujeres, dará respuesta. La historia enseña el sucedido de ambas en diferentes historias.


  • Miguel Bazdresch Parada
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