Es común escuchar a los políticos, y también a otros dirigentes, cuando asumen un cargo de alta dirección, hacer promesas y establecer metas y deseos para lograr durante su gestión, precisamente por la nueva gestión con la cual enfrentarán los rezagos y los nuevos rumbos. Es común y nadie espera otra cosa. Sería difícil para el nuevo líder expresarle a sus ciudadanos la lista de sufrimientos esperados, dados los errores e insuficiencias de la gestión anterior. Por eso le llaman “retos” y no “errores”. “Seguirá la transformación” dicen los dirigentes al asumir los cargos decididos por la presidenta electa. Y no se puede dejar de recordar aquello de “Arriba y Adelante” enarbolado por el presidente Echeverría hace medio siglo. Terminó en un dicho popular: “Abajo y para atrás”.
Sabemos bien los mexicanos leer las promesas de políticos: “Está bien lo que dicen. Hay que ver.” Veremos pues. Al mismo tiempo es valioso caer en la cuenta de las muchas cosas y asuntos cuya solución o realización dependen de las personas, de los ciudadanos, de la sociedad civil. Venimos de un periodo relativamente largo, quizá todos los años del siglo, en los cuales el ímpetu ciudadano fue bajando su nivel de participación, lucha y presencia en las situaciones exigidas por las realidades del país. Muchos líderes ciudadanos, con diferentes ideologías y diferente presencia en la “cosa pública” esperaron el cumplimiento del régimen ahora en agonía. Y perdieron territorio ante la verdadera inundación de la actividad pública de los personeros de la “cuarta”.
Podemos repasar la lista de las hoy ausencias. Quizá el ejemplo más neutro políticamente es la migración mexicana y centroamericana, desbordada por la situación de zonas enteras de los países. La pésima atención del gobierno mexicano de la crisis, la cual sólo se atendió cuando el gobierno norteamericano fijó límites y sanciones sino se corregían los errores, y se tuvo que acatar las normas impuestas por aquel país, en ese tema sensible.
Este momento de cambio de gobierno pide un cambio de paradigma en el trato del gobierno a la población. Abandonar el trato infantil a la población. Las personas debemos intervenir en la solución a nuestras demandas y problemas. Salud, seguridad y educación ha de ser congruente con las realidades locales y regionales. Es decir: menos gobierno y más gobernanza.