Quizá ya la presidenta Claudia Sheinbaum se ha percatado que no todo lo puede hacer igual a su predecesor. Ni debe. Por lo pronto, hay algunos signos de que bien podría ir al rescate de una relación maltrecha y conflictiva con otros países. La presidenta adoptó una postura que dice bien en cuanto a la vinculación con naciones económicamente poderosas, como las que integra precisamente el famoso Grupo de los 20. Aunque no se apartó del “script” cuatroteísta de viajar en vuelo comercial a Brasil (aunque a otros como Monreal los “seguiremos viendo” en helicóptero privado), la verdad su papel ya en la reunión de súper gobernantes mostró excelentes habilidades que ni por asomo se le notaron a su mentor y guía. Sencillamente al ex presidente (sólo en Estados Unidos se les sigue llamando presidentes a los que ya dejaron el cargo), no se le dio la relación con el mundo globalizado. Lo que es más, lo rehuyó y hasta lo denostó, como de hecho hizo contra la OEA y la ONU.
Sin embargo, la cosa no está para actitudes que un día rayaban en la arrogancia y otro en la insensatez, de manera que Sheinbaum de seguro está tomando nota de que es indispensable seguir un camino de entendimiento, ya que cada vez están más negros los nubarrones en el futuro económico de México ¿Qué haríamos sin el tratado comercial con nuestros vecinos de Norteamérica? Aun no lo sabemos, pero es un hecho de que nada bueno sería perder el tratado preferencial y arancelario que posiblemente nos ha beneficiado a las tres naciones, aunque la que más logros ha obtenido es la nuestra. Ya sabemos las intenciones de Trump al respecto, aunque pudiera no llegaran a tanto con sus amenazas por el ambiente electorero que pasó. Sin embargo, es un hecho que puede hacer daño, mucho daño con tratado y hasta sin él ya que poco le importan las sanciones que pudieran derivarse contra su gobierno. No es cosa menor, ya que a los amagos estertóreos del próximo mandatario estadounidense empiezan a sumarse voces como la de algunos ministros (gobernadores) de provincias canadienses, quienes también están pidiendo excluir a México y hacer un tratado sólo bilateral. Y tal vez el primer ministro Trudeau no pueda contenerlo.
Quizá tenga algo de valor hasta gesto del besito en mano que el presidente francés, Emmanuel Macron, dio a nuestra presidenta, pero esto no significa que las trae todas consigo en la Unión Europea. Aquí es donde calan y pueden herir naciones a las que se ha tratado con cierto desdén, como el caso de España, en el que una posición tonta (por decirlo en lenguaje eufemístico), ha derivado en respuestas calladas y hasta ocultas de parte de la nación a la que nos unen tantos lazos. La captura de más de una docena de presuntos traficantes del cártel de Sinaloa es tan solo un llamado a que allá no se quedan de brazos cruzados ante el embate de la delincuencia organizada mexicana, como sí lo hace aquí la autoridad y en especial la del gobernador de esa entidad del Pacífico mexicano. Los tentáculos del hampa llegan a causar estragos en muchos países, y lo sabemos, ¿por qué nos extraña que esto también sirva de argumento para condicionar las relaciones políticas y económicas con México? Tampoco las expresiones del embajador Ken Salazar fueron, definitivamente, unilaterales. Provienen y son respaldadas por su gobierno, como en su momento lo será hasta con fiereza cuando asuma Trump.
Vivimos una época en extremo complicada. El presupuesto del año próximo, que sobrellevará la pesada carga ya comprometida incluso constitucionalmente de los programas sociales, además de la falta de obras urgentes en todo el país, ha sido analizado por especialistas nacionales y extranjeros. No auguran nada positivo. Lo más probable es que sea casi imposible solventar el gasto público del gobierno federal, lo que de paso arrastrará sus efectos a estados como el nuestro. La salida eterna, por no decir la única, no será la de ampliar la base contribuyente sino la de presionar, por no decir casi extorsionar a la base cautiva. De otra forma, iremos a una bancarrota genuina y, además, con miras a un empeoramiento gradual por los malos arreglos, la insistencia en políticas equivocadas, algunas ya consumadas como la reforma judicial a las que temen ya los inversores extranjeros, así como otras que seguirán si la presidenta no termina ya de arrancarse de una vez por todas la faja impuesta desde el aparente exilio de su maestro. Este, en cambio, prosigue dando golpes sobre la mesa para exigir se cumplan sus designios ¿De qué otra forma se podría comprender la elección de la señora Piedra, la menos capaz entre 15 aspirantes a la Comisión Nacional de Derechos Humanos? Sí se entiende: solapamiento de lo anterior.
Claudia tiene ante sí la gran oportunidad. Su presencia en sí en la cumbre de los 20 ya apunta hacia algo más que enseñarle al mundo a sembrar arbolitos. ¡Que vaya ya al rescate de México! Eso sí comprobadamente le dijeron el 2 de junio los mexicanos.