Épocas diferentes, origen diverso , fines distintos pero un común denominador: la unidad de los sectores productivos jaliscienses en torno a dos de sus más grandes obras, Expo Guadalajara y el Banco de Alimentos de Guadalajara, mismos que en la semana que concluye vivieron pasajes importantes en los que quedó de manifiesto, una vez más, el espíritu solidario de los empresarios de la entidad y, también, la sensibilidad con la que han actuado los gobernantes para apoyar propósitos de gran significado económico y social en beneficio de la población.
Y es que en días pasados se tornó en realidad un anhelado sueño en el que se empeñaron en realizar un buen número de miembros del sector privado que ya desde hace más de dos décadas habían acometido una empresa que no se veía nada fácil: abatir los índices de baja nutrición a causa de la pobreza extrema. Fueron varios los visionarios iniciadores d esta causa que fue franca y decididamente apoyada por el Arzobispado de Guadalajara. Inicialmente creado con el nombre de Diocesano, el banco recibió un gran impulso en el que hubo importantes promotores y un coordinador de ese enorme esfuerzo, Ricardo Bon Echavarría. Y fue él mismo quien, en la inauguración de las nuevas instalaciones, se encargó de hacer la efeméride de una historia de filantropía que se extendió por todo el país.
No debió ser nada sencillo. Hace tiempo que el Banco de Alimentos presentaba problemas de falta de funcionalidad y hasta de higiene, con instalaciones obsoletas y que resultaban sobre todo insuficientes para la demanda de despensas que fue creciendo sustancialmente. Tampoco es cuestión solamente de números, pero dice mucho que la perspectiva es de un aumento paulatino que en unos años triplicará el número de tales despensas que se ofertan a un precio prácticamente simbólico. Además, habrá un paso adelante en el servicio basado en la generosidad. Con un edificio moderno y operativo, tendrá capacidad para ampliarse y extenderse hacia otros campos, como el de la ropa, los enseres domésticos fundamentales, los medicamentos y hasta un renglón especial en cuanto al empleo.
En suma, el Banco de Alimentos se ha fortalecido con las aportaciones logradas a partir de la donación de un vasto predio por parte del gobierno de la entidad y de cuando menos una tercera parte del gasto en su construcción. Por ello dicho banco, cuyo comité encabeza José Luis González Iñigo, pudo convocar a varios cientos de empresarios y representantes de los demás sectores, que testimoniaron la entrada en funciones de esta infraestructura innovadora dedicada precisamente a apoyar a los más débiles. Todo un ejemplo que es replicado ya en más de cuarenta bancos similares que operan en toda la nación, mediante un sistema en el que mucho tuvieron que ver, con su ejemplo, los sectores jaliscienses.
Por otra parte, en estos días también hubo relevo en la presidencia de Expo Guadalajara. Se dice fácil pero nuestra expo, el recinto ferial más grande e importante del país, va por el rumbo de una evolución a tal punto positiva que, como sucede hace tiempo, sigue en la cima de la ocupación entre sus similares de la república. Lo interesante también de dicho relevo es el hecho de que su nuevo presidente, Luis Salazar Ramírez, quien recibió la estafeta del también empresario relevante Federico Carlos Díaz González (quien hoy entrega después de una etapa sombría los mejores números de Expo), fue uno de los protagonistas del arranque del proyecto, allá por principios de los ochenta. Salazar no solamente es ya una figura que entrevera generaciones, sino que posee la experiencia acumulada al ser también de los fundadores de la cámara de la industria mueblera, así como de aquel grupo de impulsores originales del entonces proyecto de lo que hoy tanto nos enorgullecemos, como Carlos González Lozano, Leonardo Placencia y Aurelio López Rocha, entre otros.
La etapa que concluye sin duda representó grandes retos, pues en los tiempos de pandemia los eventos y exposiciones fueron de los que más padecieron. Aun así, los números y avances que presentó Federico -quien también fue presidente de la cámara joyera- son extraordinarios, hoy por hoy después de una re ingeniería obligada por las circunstancias las utilidades generadas representan el más alto porcentaje de su historia, también deja en marcha un plan de expansión, eventos de acuerdo a las nuevas tendencias y vocación del estado y la utilización de un calendario más justo en provecho del mismo recinto.
Por su parte Salazar vivió sin duda los tiempos bastante difíciles del nacimiento de nuestro magno centro de exposiciones, sobre todo cuando la obra prácticamente fue suspendida porque no había más recursos al alcance para continuarla. Pese al apoyo indudable de quien gobernaba, Enrique Alvarez del Castillo, hubo necesidad de llamar la atención del gobierno federal para poder seguir adelante, lo que se logró por la cercanía del gobernador con el presidente Miguel de la Madrid y de su secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, pero también por el especial afecto que el mandatario nacional sentía por esta tierra. Y Salazar Ramírez, ahora como presidente de Expo, sin duda llevará a buen puerto los nuevos retos y planes que deja andando Federico Díaz para este centro de vital importancia para la economía y el desarrollo de Jalisco.
Nuestro estado es, como pocos, una muestra del tesón, la unidad y el valor de sus mujeres y hombres para realizar acciones y grandes obras, como estos dos ejemplos, que constituyen verdaderas obras maestras del esfuerzo compartido, la cooperación y la sed de conquistar un mejor futuro común para todos.
Hablando también de grandes instituciones de nuestro estado, deseo que hoy su equipo favorito y más grande de todo México logre la anhelada copa 13.