Ovidio y la Cumbre

Guadalajara /

Aunque la recaptura de Ovidio Guzmán costó, hasta ahora, 29 vidas -diez de ellas de elementos del Ejército-, y varias decenas de heridos, no puede dejar de considerarse en cierto modo todo un suceso. Claro, tampoco es fácil asimilar que tardara en realizarse el operativo respectivo más de tres años cuando el “objetivo principal” desarrollaba una vida prácticamente a la vista de todos apenas a unos cincuenta kilómetros de Culiacán, sede del gobierno estatal, hoy de Morena, pero igual complaciente. De ahí el “sospechosismo” de que tuviera que ver con la inminente visita del presidente de Estados Unidos a la Cumbre trilateral. Los informes del día siguiente al “jueves negro” que vivió Sinaloa, mostraron optimismo desbordado. En la “mañanera” la secretaria de Seguridad, la experiodista Rosa Icela Rodríguez, enfatizó sin empacho que así se seguía “construyendo la paz”, mientras que el titular de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, fue bastante lacónico y frío al lamentar el fallecimiento de tantos de sus propios elementos militares comprometidos en esa acción. Sólo le faltó decir que esa era su chamba.

¿No bastaron esos tres años desde que Ovidio había puesto en jaque al Ejército y al mismo presidente para ser liberado? ¿no pudieron hacerse las cosas de manera realmente inteligente y planeada sino hasta unos días antes de la visita del mandatario estadounidense? Y lo peor es que el mismo gobierno del vecino país no le concedió al menos públicamente tanta importancia. John kirby, portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, sin desmerecer la importancia del hecho, se limitó a decir que era un “paso significativo” en la lucha contra el narco por parte de México. Sin embargo, la prensa de aquel país sí abundó en el tema y subrayó el caso en cuanto a que los hijos del “Chapo” Guzmán se han apoderado del tráfico especialmente de fentanilo, en tal cantidad que solamente el año pasado rompieron su propio récord. Y ahí sí hay que estimar que el presidente Biden tomará en cuenta lo sucedido ya que el fentanilo es uno de los temas fundamentales en la agenda de la Cumbre que inicia este lunes.

La semana y el año no habían empezado nada bien para el presidente López Obrador. La estrepitosa derrota sufrida en la Suprema Corte, que avizora cambios en sus planes de control, sobre todo en materia electoral, provocará una revisión más objetiva de sus iniciativas, incluso ya aprobadas, y que podrían tener reversa si los ministros optan por juzgarlas inconstitucionales. Y desde luego que el panorama se le ha complicado para las elecciones próximas y futuras. De nuevo, AMLO arremetió contra quien descubrió el pastel de la ministra favorita del régimen y de paso se fue contra toda la prensa “cretina” y demás. Pero le preocupaban otras cuestiones de menor relevancia, como si Biden aterrizaba o no en el AIFA. Luego también nos percatamos que andaba de súper comprando marca y cacharros de la quebrada empresa Mexicana, para jugar a los avioncitos en su desolado aeropuerto con el Ejército ya que negocio, negocio, está visto que nunca será y ya le costó a los contribuyentes más de 800 millones de pesos. Sólo faltan los propios aviones, pilotos, estructura y todo, todo lo demás. Pero que lleguen al Felipe Angeles Biden y Trudeau le provocó, y no lo ocultó, enorme felicidad, pese a la crisis que causó lo de Ovidio en vasta región del país.

Sin embargo, el asunto de la detención no parece vaya a ser el “regalo” esperado por el gobierno de la Unión Americana. Los presidentes visitantes vienen a algo más que recibir atenciones y cortesías de AMLO. Ya Trudeau adelantó que viene a hablar y en serio de los problemas que se están gestando y causando ya por posiciones contrarias al tratado comercial firmado por los tres países. El canadiense, en particular, llega con espada desenvainada específicamente con lo del asunto energético, aunque ofrece la cara amable, la de que cambiar de postura significaría nuevas inversiones en energía renovable para México. Y de Biden hay varias cuestiones que se han querido también matizar pero que implican igualmente posibles fricciones. El caso del fentanilo es, en efecto, una de ellas y, que se vea, el resguardo y eventual extradición (sería el colmo que no se hiciera) de Ovidio, no lo será todo cuando cualquiera sabe que es todo un cártel el que está detrás, sin contar a los otros grupos criminales del norte y noroeste que se disputan el trasiego. Y la migración adquiere ya cifras impactantes que afectarán cada vez más a los demócratas estadounidenses con miras al 2024. Por lo pronto, México apechugará con 30 mil migrantes cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos mensuales. Luego se esperan más medidas y restricciones.

Pensar en que fue “punto a favor” lo de Ovidio se ve realmente simplista. Es algo que se debía haber hecho hace tiempo y que al final y de manera oportunista se cumplió. Esta Cumbre, que veremos llena de protocolos y frases amables, podría también significar un parteaguas en el sexenio. Veremos si las actitudes pasadas de López Obrador, como su defensa de las dictaduras del continente, cambian, así como los temas cruciales que no harán de dicha Cumbre precisamente un “día de campo” para nuestro presidente.

miguel.zarateh@hotmail.com

Twitter: @MiguelZarateH

Miguel Zárate Hernández

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