La presidenta Sheinbaum ha sido ya bastante clara en cuanto a algunas políticas en las que luce bastante atinada. Una de ellas a no dudarlo es que va en serio su rechazo al nepotismo, uno de los vicios más arraigados en la política mexicana. Desde luego que ha encontrado resistencia a esta actitud de la que no parecen desprenderse muchos de sus correligionarios partidistas, cosa que sin mayor recato también practicaban los políticos de otros tiempos. Hay que recordar que, por ejemplo, el expresidente Fox tuvo que batallar para desvanecer el propósito de su esposa que, a ojos vistos, llegaba a soñar en ser presidenciable. Y en Jalisco hace ya muchos años que la tendencia nepotista era cuestión más que acostumbrada, como fue el caso de un líder obrero -que por cierto se encuentra nada menos que en la rotonda de los jaliscienses ilustres, que en su momento alternaba la diputación federal y local con su esposa, en un proceso prácticamente interminable. Pero, en realidad, se trataba de un fenómeno que llego a encumbrar verdaderas dinastías de poder en muchísimos estados de la república.
Sin ir más lejos, esto es lo que en realidad está sucediendo con la “dinastía”, por decirlo en forma suave, de los Monreal en Zacatecas. Quizá de todo ello se han contagiado en estados proclives, como es San Luis Potosí, donde el cacicazgo político se hacía presente en todo desde la época de Gonzalo N. Santos y del líder magisterial legendario de Carlos Jonguitud Barrios. Pues ahora resulta que al gobernador de esta entidad, Ricardo Carrillo Cardona, quien ha aprovechado todo para que su partido, el Verde Ecologista alineado con la 4T, pueda postular a su esposa Ruth, cosa que le ha llevado hasta promover los cambios legales para que efectivamente pueda acceder a la nominación y, luego, la consecución del Ejecutivo. Lamentablemente no es el único caso ya que, en otra facción política, la del emecismo, el actual gobernador de Nuevo León, Samuel García, está de hecho impulsando igualmente cambios en la legislación para que pueda llegar a esa misma magistratura su esposa Mariana Rodríguez. En estos dos casos, la intervención legislativa tiene a su cargo llevar a la realidad lo que las popularmente conocidas como “Ley Ruth” y “Ley Mariana”, por la dedicatoria que implican.
En general, el asunto se suele dar en una amplia variedad de pretensiones de este tipo. No es desconocido el que Evelyn Salgado llegó al puesto merced a la imposibilidad de su padre, Félix Salgado Macedonio, un auténtico “poder tras el trono” que nunca renunció a la posibilidad de suceder en su momento a su propia hija. Y, además de estos enlaces familiares, otros se han ido por líneas afrentosas. Por ejemplo, la actual jefa de gobierno de la ciudad de México, Clara Brugada, fue delegada y luego alcaldesa tres veces por Iztapalapa en la capital del país. En el peor suceso, se recordará que resultó electo a promoción López Obrador en 2009, Rafael Acosta Angeles, el popular “juanito”, obligado de antemano a renunciar para dejar la posición precisamente a la señora Brugada.
Por ello y ya que las ambiciones enseñorean en su partido, la presidenta Sheinbaum se ha mostrado reacia a continuar con el esquema cifrado en el nepotismo. Propuso incluso, pese quizá a la opinión adversa de su maestro y líder, a promover su prohibición, cosa que de alguna manera se la ingeniaron los más cercanos a AMLO en el Congreso de la Unión, para que tal iniciativa prosperara pero para cobrar vigencia hasta 2030, o lo que es lo mismo, una vez salvado el tema de la elección intermedia en el que los riesgos de perder serían menores, Hoy, Sheinbaum insiste en que no ve bien que esto de todos modos se dé, y por por ejemplo lo de Zacatecas y San Luis Potosí. Aún veremos lo que finalmente sucede.
También en días recientes, la presidenta ha cometido un acierto por ahora encubierto, el de rechazar que la Fiscalía siga acosando legalmente a la líder de México Unidos contra la Corrupción, María Amparo Casar, por el asunto de ser acusada de atentar contra el erario con su pensión de viudez en Petróleos Mexicanos. Naturalmente que la cuestión rebasa ya toda tolerancia ante las críticas hacia el gobierno y, mejor, quizá en forma discreta, existe el criterio presidencial de que no debe ser Casar objeto del juicio que fue fincado desde la administración de Alejandro Gertz. Todo ello es un buen tema para la siguiente ocasión.