Verónica, identidad tapatía

Jalisco /

La decisión de los habitantes de Guadalajara al elegir la presidencia municipal se manifiesta en la búsqueda de congruencia, talento y, sobre todo, valores personales de quienes quedarán al frente del municipio más importante del país. La ciudad ha podido superar ya en tres trienios recientes gran parte del rezago en servicios públicos y ahora resta culminar la tarea. Por coincidencia en metas y propósitos, esto solamente sucederá si este relevo se da en una persona cuyos atributos estén realmente fuera de los cuestionamientos, incluso alejada de quienes se han desarrollado entre escándalos pasados y manipuleos políticos a su conveniencia, incluso con corrupción, y que se vieron lamentablemente en tiempos no tan lejanos. Y si por añadidura se trata de una mujer de estas características, doblemente será esperanzador que la capital de Jalisco quede en manos limpias y a la vez capaces. No hay duda alguna: sólo Verónica Delgadillo García reúne precisamente esas cualidades.

No puedo evitar hablar de una experiencia propia ya que en un tiempo, saliendo de la iniciativa privada, intenté participar en los procesos electorales, precisamente en Guadalajara, lo cual a mi modo de ver es complicado pero que sin duda se trató de una experiencia que me hizo entender la ciudad, sus carencias, oportunidades y también cómo funcionan los partidos políticos. Creo por ello que lo que debemos encontrar son aquellas personas que han tenido, como me pasó a mí, una vida común, lo que representa a la vez entender mejor a los ciudadanos, como somos todos nosotros. Verónica, en efecto, ya cuenta con una trayectoria política interesante, e incluso ocupó con relevancia los puestos de diputada y senadora, pero ha sabido cruzar por estos mares de la política poniendo a salvo su honestidad y certeza en conseguir el bien de la sociedad en que creció y se ha compenetrado tanto.

La ciudad, en efecto, no puede arriesgarse a los vaivenes de intereses meramente políticos. Hay mucho, muchísimo por hacer todavía para que Guadalajara alcance en todos sentidos el nivel que le corresponde. Es nuestra ciudad emblemática, la cabecera del área metropolitana y una zona de enorme influencia en la vida económica y social del país. Guadalajara la más Mexicana, donde son muchas las tareas que esperan al siguiente gobierno municipal para que recobre su brillo anhelado, con acciones que nos lleven a la renovación integral empezando por su infraestructura en líneas de agua potable y alcantarillado, un problema ancestral y de más de medio siglo, al igual de continuar con la recuperación de espacios públicos, el mantenimiento de los que ya han sido intervenidos y la construcción de nuevos que estén diseñados con representantes de la nueva arquitectura tapatía. Recobrar el control de su patrimonio cultural edificado para cuidarlo, vocacionarlo a nuevos usos y poder presumirlo al mundo como parte de nuestra identidad. Y hay que pensar en todo lo demás como generar corredores verdes, reconstruir calles completas con banquetas iluminadas, seguras y accesibles, además de sumarse a las tareas de otros niveles de gobierno para que sean ampliados los servicios de salud y de emergencia, participar más en la remodelación y construcción de inmuebles destinados a la educación y el deporte. Y, además de todo ello, garantizar la seguridad de sus habitantes e implementar acciones coordinadas entre municipios para conseguir cada vez mejores y más efectivos resultados.

Sería realmente prolijo enumerar todos los aspectos que involucran a una buena administración municipal. Sin embargo, existe un punto en que habitualmente no se encuentra en los discursos y que en el caso de nuestra ciudad es sumamente importante: la necesidad de integrar a todos los sectores, a toda la población en su conjunto -necesitamos capacitar a las personas-, para que sea factible mejorar la calidad de vida, unidos, entre todos. Diferencias las hay, pero hay algunos temas en los que nos enorgullecemos de mantenernos como una sociedad unida: la preservación de la vida familiar, el orgullo que nos representa ser tapatíos, el respeto a los valores que son esencia entre los que aquí nacimos, en suma la solidaridad que nos caracteriza y que nos lleva al deseo de ser parte indisoluble de nuestra comunidad.

Ante todo, lo que menos deseamos es un gobierno nacido a la luz de las ambiciones políticas de quienes de antemano conocemos intenciones. Lo que nos hace falta es alguien con la indispensable sensibilidad de entender que Guadalajara no es simplemente una acumulación de casas y pobladores, que tenga buen juicio y criterio y, a su vez, capacidad de mando para que los servidores públicos actúen en concierto.

Verónica Delgadillo García es la respuesta seguramente a todo lo que pretendemos. Es una figura pública que ha demostrado compromiso con el servicio y con cualidades suficientes para gobernar la ciudad, por primera vez en manos de una mujer, con el rango suficiente para ser presidenta municipal y con las virtudes necesarias, a partir de su innegable raigambre y su indiscutible identidad tapatía.


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