De nueva cuenta, un proceso de Selección Mexicana cae en inconsistencia y sobre todo, en dudas. México no logró ganarle a Costa Rica en el estadio Azteca, empató sin goles, y por supuesto, después de esto, el primero al que se le juzga es al entrenador, a Gerardo Martino.
El equipo nacional no gusta y no saca los resultados. La afición está molesta por eso. Incluso, al final del encuentro ante el combinado tico, los dos mil invitados de la Federación Mexicana de Futbol y de los patrocinadores pedían la salida del timonel. “¡Fuera Tata, fuera Tata!”, se escuchaba en el inmueble.
Esto no es nuevo, se ha vivido desde aquella complicada eliminatoria rumbo a Sudáfrica 2010, en la que tuvo que tomar las riendas Javier Aguirre para enderezar el camino y llevar al equipo a la máxima justa del balompié. Y luego vino el proceso de José Manuel de la Torre, más sufrido aún. Parecía, llevaría sin complicaciones al conjunto nacional a Brasil en el 2014.
En el 2012 en la eliminatoria, consiguió seis victorias en el mismo número de partidos, Para el 2013, en el Hexagonal, México empató su primer partido en el estadio Azteca ante Jamaica, un empate sin goles. Después visitó a Honduras y registró una igualada a dos tantos. Las alarmas se prendieron cuando empató 0-0 frente a Estados Unidos como local. Luego, le ganó 1-0 a Jamaica, empató con Costa Rica y perdió frente a Honduras. La situación era muy compleja, y fue entonces que despidieron al Chepo.
Se vino una serie de interinatos hasta que Miguel Herrera consiguió el pase al Mundial en el Repechaje. Y a Miguel Herrera también lo cuestionaron. La eliminación en octavos de final del Mundial, y al año siguiente, por el nivel que el equipo presentó en la Copa Oro del 2015.
Hoy, Martino es juzgado por los errores, por no agradar, pero también habría que pensar que la historia que se vive actualmente no es muy diferente a la de otros procesos; y entonces, hay algo que se debe corregir más allá de los entrenadores. Y sí, siempre que hay crisis, hay un plan B.
Minelli Atayde