En México no solo llega la primera mujer a la Presidencia de la República, sino que la ruta para su arribo se ha realizado con mujeres a la cabeza. La presidencia del Consejo General del INE, que administró el proceso electoral del que salió triunfadora, estuvo, por primera vez en la historia del Instituto, a cargo de una mujer, Guadalupe Taddei. La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que la semana pasada entregó la constancia de mayoría a Claudia Sheinbaum tras desahogar todos los recursos que se habían interpuesto, está también encabezada por una mujer, Mónica Soto. Ahora sabemos que, además, la presidencia de la Cámara de Diputados y, por lo tanto, del Congreso, recaerá asimismo en una mujer, Ifigenia Martínez, quien será la encargada de poner la banda presidencial a la nueva titular del Ejecutivo.
La presidenta de la Cámara será, curiosamente, símbolo de una lucha en la que es la excepción. Porque, a diferencia de la mayoría de las mujeres en política que apenas recientemente tienen la posibilidad de labrarse una carrera gracias a las reformas que hicieron posible nuestro acceso al poder, Ifigenia tiene una larguísima trayectoria en la política mexicana en la que, además de cargos administrativos, ha sido en reiteradas ocasiones diputada y senadora. Es excepcional además que, a sus 94 años, en el marco de una sociedad que discrimina a las personas adultas mayores, siga activa y vigente. Su lucidez es impresionante y su capacidad crítica también. Hace un par de años tuve oportunidad de escucharla en la presentación de un libro, contó la historia de su vida y cuando hablaba de cómo su padre la impulsó en sus estudios, hizo la siguiente acotación: “Mi papá era feminista con todas, menos con mi mamá”.
Creo que Ifigenia sabía muy bien el peso que esa práctica patriarcal de fortalecer su coto de poder en el ámbito conyugal ha sido el talón de Aquiles para muchos avances del feminismo. Esperemos que, además de la banda, le entregue a Sheinbaum sus consejos, que esta sabiduría no se pierda y que la presencia de las mujeres siga siendo rasgo distintivo del camino de esta nueva Presidencia de la República.