Se cierra el interregno electoral, por lo menos en su etapa procedimental. Además de la evidencia de que la legislación electoral resultó en extremo rígida ante la efervescencia de la contienda por la Presidencia de la República, hay otros asuntos que se develan de forma más clara al agotarse ya las formalidades de la selección de quienes habrán de abanderar las hasta hoy principales coaliciones partidistas hacia 2024.
De entrada, que habría que ser ciego para no prefigurar una elección en la que el tema de género será particularmente relevante. El ungimiento de Xóchitl y de Claudia trae a la realidad el escenario urdido por López Obrador, a quien la oposición debe el hacerles voltear la mirada hacia la senadora hidalguense. Sin embargo, el que se trate de dos candidaturas femeninas no agota la cuestión del género. Está la posibilidad cercana de que una tercera candidatura asome y sus potenciales beneficiarios son hombres; por lo que el sufragio sesgado por estos motivos, que normalmente favorece al sexo masculino, podría ser un factor relevante para que se fortalezca una tercera vía.
Por otro lado, una candidatura de mujer no necesariamente significa propuestas feministas ni un proyecto de país con perspectiva de género. Es público que hay liderazgos de varones involucrados fuertemente en ambas campañas; Creel y Gurría por un lado, por el otro el propio López Obrador harán difícil que las candidatas se desmarquen y tengan propuestas de avanzada en estos temas.
Pero todavía más relevante es el telón de fondo de este arranque de campaña. Mientras el Presidente de la República ha, durante cinco años, mantenido una propuesta fuertemente ideologizada, por lo menos en el discurso, la narrativa de Gálvez apela a lo que denominó “daltonismo político”, que puede traducirse como un desprecio a las ideologías y un pragmatismo que encaja bien en una coalición tan multicolor como la que encabeza.
Sufragio con sesgo de género o elección de la primera mujer presidenta del país; propuestas recicladas de los hombres de siempre o agenda feminista e innovadora; ideología o pragmatismo: esas son las disyuntivas que se dibujan en nuestro horizonte electoral.