Tengo más de una década y media de colaborar semana a semana en la sección de Opinión de MILENIO en Nuevo León. A los pocos meses de haber iniciado presenté mi renuncia a su entonces directora, Roberta Garza. Le expliqué que acababa de ser nombrada funcionaria electoral y que daba por sentado que el medio preferiría prescindir de una opinión que pudiera resultar demasiado institucional. Roberta, siempre inteligente y aguda, me dijo: “No veo ningún problema. Nada más no panfletees”.
He tratado de honrar ese acuerdo. En muchas ocasiones evito abordar temas que tocan directamente a mi trabajo. Sin embargo, no creo que lo que les quiero compartir a continuación sea un panfleto ni que esté sesgado. El día de ayer el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Nacional Autónoma de México protagonizaron una excelente noticia para el país. Pudieron contentarse con firmar la renovación de su convenio marco de colaboración y dejarlo dormir en un cajón como ocurre tantas veces con ese tipo de instrumentos legales. Sin embargo, optaron por darle una aplicación práctica arropando otro acuerdo que da lugar al surgimiento del Consorcio UNAM Tec para la Investigación, la Transferencia Tecnológica y el Emprendimiento. Esto quiere decir que dos titanes de la investigación en México decidieron impulsar a su comunidad científica a proponer innovaciones que resuelvan problemas concretos y puedan detonar, en torno a su desarrollo, una actividad empresarial. Para decirlo en términos muy llanos, encontrar, desde la investigación científica, soluciones reales a problemas reales. La idea entusiasmó a Cemex y Femsa y ya están a bordo.
Es cierto que la ciencia no puede ni debe estar orientada exclusivamente por el pragmatismo. Debemos mucho a descubrimientos cuyo provecho no era evidente en el momento histórico en el que se llevaron a cabo. Sin embargo, una cosa complementa a la otra. Y aquí se trata de reunir a quienes tienen las habilidades de buscar y encontrar alternativas a problemas complejos, con quienes a diario enfrentan esas dificultades en su labor empresarial. Eso también es labor de las universidades. Ése es el nivel de las instituciones que tenemos en México.
Miriam Hinojosa
Politóloga* miriamhd4@yahoo.com