Quitarse del medio

  • Fuera de Registro
  • Nicolás Alvarado

México /

A nadie escandaliza la participación de John Ackerman en La Jornada, donde lleva años publicando; menos digerible, en cambio, es su presencia en Canal Once, por ser éste un medio de gobierno —que no público: depende del Instituto Politécnico Nacional, y éste a su vez de la SEP— pero también por ser Ackerman esposo de la secretaria de la Función Pública, lo que no puede sino entrañar un conflicto de interés.

Lo mismo con Hernán Gómez: nadie se llama a ofensa por sus opiniones en El Universal, ya solo porque las publica desde un territorio neutro y plural, sin echar mano de recursos del Estado y sin arrogarse más representación que la de su propia idea de mundo; las andanadas que emprendía desde el desaparecido programa La maroma estelar, sin embargo, no pueden ser tasadas con el mismo rasero: su tribuna era, otra vez, una perteneciente al gobierno —el mismo Canal Once—, por lo que sus ataques aparecían implícitamente asociados a una postura gubernamental.

Esto a la luz de la comparecencia de Sanjuana Martínez, directora de Notimex, en la conferencia de prensa matutina de Presidencia de la República el pasado viernes. Martínez salió a defender una reestructuración laboral de la agencia informativa del gobierno mexicano —que no del Estado, mal pese a su lema: si bien es ya independiente de la Secretaría de Gobernación, funcionarios del Ejecutivo detentan 50 por ciento de los asientos en su Junta de Gobierno— que, si bien se antoja deseable, pierde relevancia ante una línea editorial que, a lo largo de su gestión, se ha revelado propagandística.

Vale preguntarse si abona en algo a la causa de la 4T el hacer de los medios de gobierno palestra para la divulgación de su ideario en voz de sus cercanos cuando su alcance es menor y cuando, más que adeptos, les granjea cuestionamientos que no conocen esos mismos opinadores en medios comerciales. ¿No sería más sagaz articular un verdadero sistema autónomo de medios públicos, ajeno a intereses políticos particulares? Apuesto a que un proyecto de ese cariz haría perder poco —casi nada— al gobierno y redundaría acaso en un primer aplauso unánime de la opinión publicada. 

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