Cómplices verdes, verdes, verdes

Tamaulipas /

“El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”, escribió Simone de Beauvoir, refiriéndose al poder patriarcal no sólo se sostiene con la fuerza de quienes lo ejercen, sino también con la obediencia de quienes lo sufren.

Esa frase resume lo ocurrido recientemente en el Partido Verde de Tamaulipas, tras el pronunciamiento de Las Mujeres Verdes en defensa de su dirigente, Manuel Muñoz Cano, ante la resolución 025/2025 del Instituto Electoral local vinculado a la denuncia de una legisladora.

Si bien, al parecer, el desplegado publicado por el grupo femenino del partido fue presentado como un acto de unidad en torno a Manuel Muñoz, su presidente, lo que en realidad se percibió como una ausencia de sororidad con la legisladora violentada.

Las firmantes del desplegado optaron por arropar al líder ensalzando su “apertura” y “respeto”, dejando claro que consideran como una mayor virtud partidista a la subordinación frente a la sororidad. Un viejo guion del patriarcado político que transforma el agradecimiento en obediencia y la obediencia en complicidad.

La violencia por la que se denunció al dirigente del partido Verde no fue un desacuerdo menor, sino una manifestación de violencia política en razón de género, expresada a través de un lenguaje que buscó deslegitimar a una mujer que ocupa un cargo político, restarle autoridad para ejercer su cargo y ridiculizar su papel como representante popular.

Las palabras siempre se interpretan según el contexto, por lo que, usarlas para disminuir a una mujer en el ejercicio de sus derechos políticos, las convierte en una herramienta de opresión, en una falta de respeto y en un delito.

En cuanto al desplegado de “Las Mujeres Verdes”, resulta pertinente cuestionar si todas las firmantes lo hicieron por convicción o si alguna fue presionada por la sutil disciplina presente en todos los partidos que, en ocasiones, pide “unidad” y “lealtad” que se confunden con el silencio.

Si alguna de esas mujeres fue inducida, persuadida o intimidada para suscribir el pronunciamiento, estaríamos frente a una forma más de violencia política en razón de género, descrita en el artículo 20 Bis, fracción VI de la Ley General en Materia de Delitos Electorales: “ejercer cualquier tipo de violencia con la finalidad de obligar a una o varias mujeres a suscribir documentos o avalar decisiones contrarias a su voluntad, en el ejercicio de sus derechos políticos y electorales” es violencia política en razón de género.

Esta es la paradoja del Verde: presume apertura para las mujeres y, a la vez, las convoca a actuar como defensoras de un líder que fue sancionado por violentar a una mujer política.

Con este tipo de desplegados, el Verde sigue verde en términos de igualdad sustantiva, sororidad y erradicación de la violencia política en razón de género. La madurez en materia de igualdad sustantiva llegará el día en que las mujeres ya no necesiten agradecer espacios políticos, sino ejercerlos plenamente.

Simone de Beauvoir tenía razón: el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos. Y el patriarcado político no sería tan duradero si las oprimidas dejaran de ser cómplices verdes, verdes, verdes.


  • Nohemí Argüello Sosa
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