Desconfío de la incomunicabilidad;
es la fuente de todas las violencias
Jean-Paul Sartre
Hoy las mujeres mexicanas han convocado a un paro nacional que en redes sociales ha sido denominado como “Un día sin mujeres”. El objetivo, como el de todas las protestas sociales, es comunicar un mensaje que, a través de los medios convencionales, parece no llegar al receptor al que está dirigido. Eso es precisamente el feminismo, una voz que se hace escuchar como un grito desesperado para que lo escuchen quienes tienen que escucharlo. Si la indiferencia y la invisibilidad de un problema han sido enfermedades sistémicas, es posible saber que el antídoto es justamente lo opuesto: escuchar.
Como secretaria de Gobernación es mi responsabilidad que todas las voces de todos los actores de nuestra sociedad se escuchen. En ese sentido, como feminista, estoy comprometida a que la voz de todas las mujeres sea escuchada y que su mensaje llegue a través de todos los canales hacia el receptor al que está dirigido. No solamente se trata de que la voz de las mujeres y sus reclamos de seguridad, justicia e igualdad lleguen a los oídos “oficiales” y a las estructuras estatales. Este mensaje está dirigido a lo más profundo de la sociedad mexicana, al núcleo mismo de nuestra estructura cultural: la identidad mexicana, nuestros imaginarios y representaciones sociales.
El patriarcado es una estructura que trasciende cualquier nivel de gobierno, cualquier institución y cualquier ley. Es un sistema que se perpetúa a través de la reproducción cultural de nuestra sociedad. Por eso, el trabajo que tenemos que hacer desde las instituciones es importante, sin duda; pero no es suficiente para acabar con el problema. Las iniciativas que surgen desde la sociedad civil organizada, respetuosas de los derechos y las libertades, son indispensables para empezar a cambiar a nuestra identidad, históricamente machista, desde sus bases. Esa es la importancia del paro nacional y del movimiento “un día sin mujeres”, el hacer patente que el feminismo es una voz que nos debe representar a todas y que debe ser escuchada por todos aquellos que deben hacerlo, sean autoridades, estructuras culturales, personas o grupos sociales.
Desde este espacio reitero mi apoyo a todas las mujeres que, desde el ejercicio responsable de sus derechos, han tomado las calles para iniciar el cambio que es necesario en nuestra sociedad. Es momento de asumirlo: el Estado mexicano tiene una deuda pendiente con todas las mujeres; ha sido participe, a través de la indiferencia y por su nula capacidad de escuchar, de ofrecer soluciones concretas a un problema transversal que afecta todos los aspectos de la vida.
Desde la cuarta transformación de la vida pública de México, estamos haciendo un esfuerzo sin precedentes que pasa, primero, por saber escuchar la voz de las mujeres y luego precisamente por proponer soluciones sistémicas a un problema sistémico. Es necesario atender las causas que han llevado a nuestro país a un escenario de múltiples violencias contra las mujeres y que ha alcanzado niveles históricos.
Entre las diversas acciones que la Secretaría de Gobernación está impulsado para lograr un verdadero progreso y que hemos acordado con las instancias federales relacionadas con el tema, está investigar cualquier denuncia sobre la desaparición de una mujer o niña, para que se implementen de inmediato los protocolos de búsqueda, independientemente de que haya apariencia de delito.
También trabajamos para hacer posible que las medidas de protección para mujeres en riesgo y víctimas de violencia se dicten por parte de todos los juzgados de cualquier materia y sin mediar una denuncia, así como proponemos establecer un acuerdo entre todas las dependencias federales para declarar a las violencias contra las mujeres como una prioridad nacional —ello con absoluto respeto a su autonomía e independencia.
De esta manera, en esta fecha tan importante, como lo es el Día Internacional de la Mujer, debemos recuperar la esencia de las luchas progresistas; no se trata solo de conmemorar sino de proponer soluciones tangibles a las exigencias de las mujeres, quienes, a través de un grito, exigen que su voz sea escuchada y entendida.
Creo firmemente que hoy vivimos en un México que se está transformado, que debe ser capaz de escuchar el mensaje de las mujeres, no solamente a nivel formal; sino verdaderamente entender lo que están exigiendo: igualdad, seguridad y libertad. Sumémonos a la transformación de México y exijamos que aquellos a quienes va dirigido el mensaje de las mujeres a todos los niveles mejoren su capacidad receptiva. Escuchen, pues así como la incomunicabilidad es la enfermedad y el origen de todas las violencias, escuchar es el antídoto que puede salvar la vida de las mujeres mexicanas.
*Secretaria de Gobernación