Pionero, precursor, fundador: son tres sinónimos que llegan a mi mente cuando se nombra a Pedro Preciado Negrete, quien inició la lucha por la liberación homosexual en Guadalajara hace casi cuarenta años, con acciones muy arriesgadas que fueron secundadas por otros hombres valientes. A comienzos de los años 80 la represión era constante. Ser gay ofendía a muchas personas porque se consideraba algo despreciable que debía ser castigado y, por lo tanto, la homosexualidad se vivía en la clandestinidad y el anonimato.
Pedro Preciado, orgulloso de ser homosexual, ayudó a cambiar el panorama de una de las ciudades más conservadoras de México. Libró un sinnúmero de batallas, harto de la homofobia institucionalizada, de la represión policiaca, de las extorsiones y de toda la violencia ejercida hacia los ciudadanos no heterosexuales.
Entre sus muchas hazañas, se encuentran la fundación del Grupo Orgullo Homosexual de Liberación (GOHL), primero de su tipo en el Occidente de México; el inicio de las marchas y manifestaciones a favor del colectivo LGBT jalisciense; el primer registro de un candidato abiertamente homosexual durante una contienda electoral fuera de Ciudad de México; la publicación de una de las primeras revistas de temática gay en el país (Crisálida) y la transmisión del primer programa radiofónico para el público homosexual no capitalino (Ruta 41).
Con el paso de los años, marcados por luchas intensas, entre ellas la del sida, Pedro Preciado notó que el movimiento gay tapatío se había diversificado con las voces de nuevos activistas. Fue justo en ese momento que comprendió que había llegado la hora de ceder la estafeta a las siguientes generaciones. Lo hizo poco a poco, hasta que, entrado el nuevo milenio, desapareció por completo de la vida pública.
Después de 15 años de mantenerse alejado de los medios de comunicación, el padre del movimiento gay de Guadalajara aceptó una entrevista, y lo hizo en exclusiva para los lectores de Zona Diversa.
¿Por qué decidió Pedro Preciado alejarse de la esfera pública?
Simplemente porque necesitaba un descanso, una pausa para repensar mi vida; regresar con mi familia porque la había dejado durante mucho tiempo por dedicarme al activismo. También necesitaba arreglar algunas cosas personales. En los últimos años dos personajes muy queridos, que fueron en diferentes momentos mis parejas, Jorge Romero y Jorge Villalpando, fallecieron, uno en 1995 y el otro en 2009, lo cual me dolió muchísimo. Esto fue muy difícil para mí porque con los dos, además de tener relaciones sentimentales, hubo relaciones de activismo y política.
¿Qué has hecho durante estos años?
He estado escribiendo y trabajando, no solamente en cuestiones LGBT, sino también políticas. Al ver las cosas desde afuera me di cuenta de que hay muchísimos más problemas, no solamente los relacionados con la diversidad sexual: la pobreza, la miseria de tanta gente, las drogas, la violencia, la inseguridad, en fin, muchas cosas. Soy muy sensible a todo esto y trato de ayudar desde donde estoy ahora. Ya no me relaciono sólo con gente del colectivo LGBT, sino con todo tipo de personas. Donde veo que puedo compartir lo que he aprendido durante tantos años, lo hago. Es un segmento más amplio.
¿Qué opinión tienes del movimiento LGBT actual?
Nunca creí que fuera a masificarse. Pensé que siempre sería un movimiento marginal, por la cuestión de la homofobia. Ahora veo tanta gente, incluso muchas mujeres, algo distinto a lo de antes. También veo un activismo muy político. Han surgido grupos que hacen y dicen cosas muy importantes. Pero creo que hace falta pensar hacia a dónde vamos. Qué queremos hacer y cuál es el objetivo de todo esto. Creo que aún hace falta reflexionar mucho al respecto.