En este espacio escribí en dos ocasiones sobre el caso de Jussie Smollet, la primera, cuando se dio a conocer la noticia del “ataque de odio” contra el actor y la segunda, cuando hizo su reaparición en los escenarios en un concierto en Los Ángeles. Yo, como decenas de periodistas en el mundo, nos basamos en los reportes policíacos que, según las declaraciones del actor y por el contexto de polarización en el que nos encontramos, parecían (lamentablemente) un caso más de violencia por odio.
Pero no. Al parecer (no podemos afirmar nada ya hasta que legalmente se dicte un veredicto), Jussie Smollett orquestó este “ataque de odio” por estar inconforme por su sueldo en la serie Empire. Hasta el momento, el actor tiene una fianza de 100 mil dólares. De ser declarado culpable, Smollett podría pasar de uno a tres años en prisión por dar un testimonio falso a las autoridades.
Se aprovecho de esa polarización, de las víctimas de crímenes reales de odio por racismo u homofobia. Se aprovechó de la comunidad LGBT+ al declarar cosas como que su ataque “no fue un hecho aislado” y dar entrevistas por todas partes con postura contra el racismo y la homofobia. Se aprovechó de los medios y cometió un acto ilegal y la justicia debe ubicarlo en el lugar que merece. Lo que nos corresponde como medios es esperar la información proveniente de la policía para seguir el caso.
Jussie Smollet y la ley
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Omar Ramos
Ciudad de México /
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