Esta semana deberá aprobarse en el Congreso CdMx la propuesta de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, sobre las “corridas de toros sin violencia”; si bien cuenta con la complacencia de todos los grupos parlamentarios y de múltiples organizaciones civiles, deberá enfrentar una batalla legal del sector ganadero.
En un escenario intermedio, Brugada propuso nuevas medidas para mantener el espectáculo taurino con la prohibición expresa de la muerte de los ejemplares, promoviendo la creación de la figura jurídica de “espectáculo taurino libre de violencia”, que posibilitará la continuación de las actividades en la Plaza México, que dirige Mario Zulaica, bajo nuevas reglas; tales como que, una vez concluido el espectáculo, el animal toreado deberá ser devuelto a su ganadería (algo impensable para los conocedores). De no respetarse las nuevas disposiciones, la multa podría alcanzar los 339 mil pesos.
La propuesta no terminó gustando a ganaderos, empresarios, toreros y aficionados, quienes la señalan como un puñado de ocurrencias inviables, en tanto parte del desconocimiento de lo más esencial en diversos rubros de una tradición que data de más de 500 años en México, por lo que reclaman la falta de asesoría de expertos a las autoridades.
Según sus estimaciones, habría graves afectaciones económicas, toda vez que la fiesta brava en México representa una derrama de casi 7 mil millones de pesos anuales y alrededor de 80 mil empleos directos y 140 mil indirectos.
La mandataria capitalina ha llevado ante el Congreso una iniciativa intermedia, pretendiendo garantizar los derechos al 100%, incluso de la especie animal, que no tienen otro motivo de existir, so riesgo de apuntarla a su extinción; otras resistencias podrían venir incluso de morenistas como el legislador local Pedro Haces, cuya familia se dedica entre otras cosas a esta industria.
Palabras clave
En un tema polarizado que enciende los ánimos: el movimiento antitaurino no admite medias tintas y el sector taurófilo tampoco. Ninguno de los dos, con sus razones, dará por bueno un espectáculo descafeinado. Todos, todos quedarán inconformes con la autoridad. La solución para esta pudiera ser ahora sí que “agarrar al toro por los cuernos”, dejar de estar dando “capotazos” y asumir el costo de permitir las corridas como lo hace con las peleas de gallos por “motivos culturales”, o de promulgar su cancelación definitiva.