Tras perder en 2023 la joya de la corona (Estado de México), los dirigentes del PAN, Marko Cortés, y del PRI, Alejandro Moreno, repitieron la dosis.
Ya antes embaucaron a la sociedad civil que marchó dos veces en defensa del INE —y que lo volverá a hacer este 18 de febrero— con una supuesta alianza en la que iban a abrir espacios a ciudadanos para refrescar las caras en el Congreso y, de paso, acercar a los indecisos. Sin embargo, apostaron por los cuadros de siempre. En sus listas figuran 11 ex gobernadores de distintos perfiles. En tanto Marko, Alito y Zambrano se pusieron en primer lugar de las listas ‘pluris’ al Senado, garantizándose posición por los siguientes seis años.
El PRI apostó por seis ex gobernadores, donde el que más destaca es el sonorense Manlio Fabio Beltrones, a quien la 4T querrá descarrilar y el presidente del Consejo Político de Morena y paisano, Alfonso Durazo, minará hasta donde pueda para no perder su entidad.
O por Aurelio Nuño, que no es ex gobernador pero sí ‘peñista’ de hueso tricolor, que tras un largo autoexilio en Inglaterra y Estados Unidos volará a intentar recoger los escombros de su reforma educativa que la 4T tumbó.
En el PAN apostaron por darle fuero al ex gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, y por blindar a su ahora vecino en tierras estadunidenses, Ricardo Anaya, quien volverá de Atlanta a rendir protesta en el Senado.
Al que peor trato le dieron fue al ex jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera: lo mandaron a recorrer la siempre difícil alcaldía Gustavo A. Madero, aunque él viva en la Benito Juárez. Cabe destacar que el PRD por lo menos apostó por un par de activistas de derechos de la mujer y de derechos humanos para el Senado y Diputados.
Adán, Marcelo, Noroña, Harfuch, Godoy, Higinio y los operadores de Morena deberán sentarse a negociar con lobos de mar, que más saben por viejos (y por su calidad de ‘ex’ en todos los cargos) que por diablos.
Palabras clave
En plena intercampaña, Xóchitl Gálvez se reunirá en Washington con congresistas republicanos y demócratas para comprometerse a lo que parece un imposible: detener el tráfico de fentanilo de México a EU; de paso, acudirá con instancias internacionales para denunciar una elección de Estado. Ello, al tiempo que las encuestas de su equipo de campaña dan cuenta de que, en la estrategia de reconocimiento social, no ha despegado.