Durante mucho tiempo, la homosexualidad fue considerada una aberración; permaneció condenada por las principales religiones del ser humano.
También la ciencia, en particular, la Medicina, si bien es cierto, no la condenó abiertamente, sí la consideró una enfermedad; estas dos posturas, la religiosa y la médica, avalaron un sin fin de acciones en contra de los homosexuales.
La principal y más antigua fue el castigo; el más emblemático fue el encarcelamiento, como el del escritor Oscar Wilde, quien antes de ser condenado por indecente pronunció ante el jurado:
“El amor que no se atreve a decir su nombre”; fue condenado a 2 años con la idea de que desistiera de su orientación sexual y una advertencia a los demás sodomitas.
La Medicina hizo lo suyo, y propuso la castración inicialmente voluntaria y después obligatoria, el uso de drogas vomitivas para provocar asco y vómito asociado a actos o pensamientos homoeróticos.
También se emplearon electrochoques en el cerebro y en los testículos; o el uso de testosterona para masculinizar al homosexual.
En fin, todo esto y más fueron técnicas de conversión de la orientación sexual, que se fundamentaban en la creencia de que el entorno o el ambiente eran factores decisivos en la homosexualidad; por tanto, modificando el ambiente externo y hormonal, se podría “regresar” al homosexual a convertirse nuevamente en heterosexual.
Desde luego, todas estas medidas fracasaron rotundamente; por cierto, la fe y la oración diaria también fracasaron cuando se utilizaron como herramienta para este fin.
Fueron las observaciones de la homosexualidad en el mundo animal y en los insectos, los que apoyaron la hipótesis de que había un factor genético que influía de manera importante en la orientación sexual; por ejemplo, en los humanos, los gemelos idénticos tienen una probabilidad del 50% de ser homosexuales ambos; mientras que en los gemelos no idénticos la probabilidad es del 25%; y en la población general no gemelar es del 10%.
Los investigadores han encontrado un mayor número de familiares o parientes gay entre la descendencia materna; es decir tíos y sobrinos gay por el lado materno; de ahí que se haya encontrado un gen asociado a la homosexualidad en el cromosoma X.
El movimiento Gay es más que un cromosoma o un gen; en él están implícitas conductas y creencias o una forma de vida diferente al heterosexual; tan válido como el color de piel o de los ojos; esa diversidad es propia de la naturaleza biológica de insectos, animales y del ser humano.
sinrez@yahoo.com.mx