“El Alto de pie, nunca de rodillas”, es la frase con la que los “alteños” han marcado la historia boliviana del último cuarto de siglo, caracterizando la fuerza combativa de la más joven ciudad boliviana que, posicionada en los 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar en la meseta altiplánica de la cordillera de Los Andes, a los pies del imponente nevado Huayna Potosí, se constituye en la más pujante ciudad del occidente.
Esta ciudad, que hace menos de 40 años era solo un suburbio de la ciudad de La Paz, sede del gobierno boliviano, constituido fundamentalmente por migrante rurales de origen aimara y que fue fortalecida por la llegada de miles de familias de mineros relocalizados por el neoliberalismo de finales del siglo pasado, hoy cuenta con más de un millón de habitantes y registra el mayor crecimiento poblacional de todo el país.
El futbol siempre ha sido en Bolivia un deporte popular, aun cuando no ha logrado alcanzar niveles de trascendencia internacional, es pasión de multitudes, que no diferencia clases sociales, posición económica o niveles de educación u otras particularidades de la gente y se lo juega en la cordillera andina, a más de cuatro mil metros de altura y en las llanuras orientales muy cerquita del nivel del mar, pasando por los valles interandinos, los yungas y el trópico. Durante el gobierno del Movimiento al Socialismo, entre 2006 y 2019, varios estadios y decenas de canchas de futbol fueron construidas en todo el territorio nacional, principalmente en ciudades intermedias y en el área rural.
La selección boliviana de futbol obtuvo un título sudamericano y posteriormente un subcampeonato continental jugando en la ciudad de La Paz, capital administrativa y hasta pocos años la ciudad más poblada y de mayor importancia económica del país. En muy pocas oportunidades el equipo boliviano jugo partidos de torneos oficiales en otras ciudades del país. Algunas de ellas ya reclamaron su oportunidad como la ciudad de Santa Cruz, considerada en la actualidad el centro económico de Bolivia. Sin embargo, La Paz fue considerada siempre la casa de la selección.
Hace un par de meses, la Federación Boliviana de Futbol anunció que la selección jugaría sus próximos partidos de la eliminatoria sudamericana en la ciudad de El Alto, en un estadio construido precisamente como parte del impulso gubernamental al deporte registrado en los últimos veinte años. El escenario deportivo fue certificado y aceptado por la CONMEBOL para poder disputar partidos oficiales internacionales y nadie imaginó los resultados que podrían conllevar esta determinación futbolera.
En medios internacionales y en círculos futbolísticos sudamericanos, se ha afirmado que la determinación de jugar en la ciudad de El Alto respondería al interés de tomar ventaja frente a las otras selecciones por la altura en que se encuentra esta ciudad, lo cual afectaría el rendimiento físico.
Sin embargo, es una verdad a medias. Es cierto que jugar en la altura puede constituir una cierta ventaja deportiva, similar a la que tienen otros países cuando juegan en ciudades tropicales a temperaturas de 40 grados o más, aunque el equipo verde boliviano desde siempre jugó en la altura. La ciudad de La Paz, sede histórica de la selección boliviana de fútbol, se encuentra a 3600 msnm. La diferencia no es grande con el nuevo escenario alteño.
También hay que tomar en cuenta que la mayor parte de los futbolistas seleccionados bolivianos nacieron y vivieron en los valles y los llanos, y juegan en la actualidad en equipos que no son de la ciudad de El Alto, por lo que la altura de esta ciudad deja de constituir una ventaja. Además, si se considera que estas competencias son de alta exigencia, se podría suponer que los deportistas están perfectamente preparados para desempeñarse bajo las más variadas condiciones climáticas o geográficas.
Entonces, ¿por qué Bolivia eligió jugar en El Alto? La respuesta no es solo deportiva, va mucho más allá, pues tiene componentes históricos, culturales, sociales y políticos.
El Alto representa para Bolivia y para los bolivianos, la recuperación histórica de las tradiciones y la cultura, de la fuerza telúrica andina, como también representa la perspectiva de futuro, de esperanza, de libertad y de los pueblos oprimidos desde la colonia española y que recién después de más de cinco siglos, a partir del proceso de cambio y transformación histórica que se instaló en Bolivia en 2006, precisamente como consecuencia de las luchas populares contra el neoliberalismo y el colonialismo capitalista a fines del siglo pasado.
El Alto encarna hoy la plurinacionalidad, la multiculturalidad, la esencia de los pueblos andinos, con toda la carga ancestral, la fuerza combativa y la esperanza del pueblo boliviano con la visión de este nuevo tiempo.
Por ello, la selección boliviana de futbol al jugar sus partidos en la ciudad de El Alto no hace otra cosa que ponerse a la altura de los tiempos y de la historia, en esta ciudad que es la más representativa de la bolivianidad en el siglo XXI.