El asedio sobre la ministra Norma Piña, ahora hasta reapareció de su silencio plagiario Yasmín Esquivel, pidiendo la renuncia de la presidenta de la suprema corte, textualmente “dar un paso de costado” como lo refiere la propia ministra presidenta.
La venganza y no otra razón, el pleito personal entre AMLO con Norma Piña, por el rechazo en su momento a la polémica reforma al poder judicial. Ahora pareciera que el avasallante triunfo morenista le dará el visto bueno y abre opciones para acabar con los enemigos.
Reforma que pareciera solo concentrarse en la elección popular de jueces, magistrados y ministros, calificada de inamovible por López Obrador y no realmente en lo importante, la impartición de justicia, una enorme deuda soportada en un poder inoperante, cargado de vicios y corrupción.
Urge sí una reforma responsable, pensada e integral. Señalar que todo es culpa de los jueces es un error, es mucho más profundo, pasando por policías, ministerios públicos, los fiscales. Se requiere ajustar todo el sistema de justicia. La corrupción y las malas integraciones de los procesos, son práctica habitual.
¿Que implicaría la remoción, el cese fulminante de más de 1,600 impartidores de justicia?
Parálisis total, más de un millón y medio de amparos, de procesos que quedarían en pausa, y además el rezago histórico inmenso que ya se viene cargando.
Peor aún, se daría inicio al desmantelamiento y la captura del último reducto de la independencia de poderes, el control total del poder en manos de una sola persona. No es nada nuevo, pero ya conocemos los resultados, impunidad y sin contrapesos debilitaremos a nuestra democracia.
¿Volveremos a tropezar con la misma piedra?
¿Todo esto finalmente nos llevara a garantizar, la erradicación de la corrupción y la impartición de justicia?
¿Acudirá usted a votar, participaría?