Claudia y sus retos de financiamiento

Ciudad de México /

Todos los países con gobiernos keynesianos (que creen que el Estado debe impulsar la demanda) encuentran problemas de financiamiento.

Durante el periodo de Andrés Manuel López Obrador, cuando el país giró hacia el keynesianismo y a un Estado de bienestar, el financiamiento a la infraestructura lograda, que además nos llevó al pleno empleo, provino principalmente de diversos “bonos”, como lo es poder hacer más cosas con el mismo presupuesto eliminando las primeras fuentes de corrupción, cobrando a las grandes empresas los impuestos que debían por años, eliminando los fideicomisos establecidos para una especie de gobierno paralelo e imponiendo un régimen de “austeridad republicana”. Es de señalarse el esfuerzo recaudatorio, donde la recaudación tributaria creció 18 por ciento durante el periodo. Pero aún así, durante el periodo el saldo histórico de la deuda neta pasó de un 40% del PIB en 2014 a un 47% en 2024.

Para la nueva presidenta las manzanas cercanas del árbol ya fueron cortadas. Y su plan de gobierno presenta un ambicioso plan de infraestructura para prepararnos para el nearshoring, ocho proyectos ferroviarios y la construcción de un millón 400 mil viviendas, además de ampliar el sistema de becas, construcción de universidades y pensión universal para mujeres de 60 a 64 años. Además, ha adquirido el compromiso de reducir el déficit presupuestario, que se encuentra cercano a 6% del PIB. Todo esto sin subir impuestos.

Por difícil que parezca esta tarea, los compromisos adquiridos han sido sustentados en encontrar fuentes viables de financiamiento. Por un lado, la oportunidad recaudatoria fiscal es aún significativa en nuestro país. Mientras en promedio los países de la OCDE recaudan 34% del PIB, México es uno de los países con más rezagos, con un 17% según cifras de 2022 del organismo, comparado con una economía similar como la brasileña, que presenta un 33%. Una fuente muy importante de esta brecha es el contrabando, cuya lucha será prioritaria. Por otro lado, se están considerando inversiones público-privadas para obras prioritarias de infraestructura.

Tan solo considerando estas posibilidades, yo no estoy preocupada de que se alcancen las metas comprometidas. ¿Y usted? 


  • Patricia Armendáriz
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