En México sufrimos una brecha de gasto en salud con respecto al PIB de 50 por ciento con respecto al promedio de los países de la OCDE. Esta brecha se ha cerrado en los últimos seis años, donde el gasto en salud pasó de 2.3 a 2.7 por ciento del PIB.
El rezago se hace más marcado al interior de cada segmento poblacional: mientras en la OCDE el gasto per cápita en salud es de 67 mil pesos, en México el equivalente para los beneficiarios del IMSS es de 9 mil y para los no afiliados de 4 mil.
La recuperación reciente del gasto en salud se ha dado principalmente en las aportaciones al IMSS-Bienestar a los no afiliados. Estos fondos, junto con los asignados a los estados afiliados al IMSS-Bienestar, constituyen el segundo instrumento con más financiamiento en todos los segmentos de beneficiarios, equivalente ya a 60 por ciento del financiamiento al IMSS.
Dentro del gasto asignado al IMSS-Bienestar, sin considerar el traspasado por los estados afiliados, 68 por ciento se destina a medicamentos gratuitos ($86 mil millones).
Dentro de todo el programa presupuestario, el crecimiento más significativo se ha dado en el rubro de infraestructura social, que creció en 377 por ciento.
El presupuesto para el IMSS ha aumentado también en 23 por ciento durante los últimos seis años, y el presupuesto para medicamentos ha aumentado en 27 por ciento.
El mayor gasto en salud, así como su reasignación y enfoque a la población más desprotegida y, por lo tanto, con más riesgo de salud, debería reflejarse en una mejoría en los indicadores de salud:
De 2010 a 2013 experimentamos una disminución en nuestra esperanza de vida al nacer de 75.2 a 74.9 años, habiendo comenzado a recuperarse a partir de 2018, hasta llegar en la actualidad a 75.7 años.
La tasa de mortalidad infantil durante el periodo cayó de 13.5 a 12.2 infantes que fenecieron antes de cumplir un año por cada mil nacimientos.
Considerando lo anterior, creemos que la reasignación de recursos del gasto en salud al IMSS e IMSS-Bienestar ha sido correcta; sin embargo, el crecimiento del gasto en salud y su financiamiento para cerrar la brecha continúan siendo un reto significativo. La calidad del servicio también es una oportunidad.
(Fuentes: SHCP, CIEP, Macrotrends).