Factores de estabilidad de la inflación en México

Ciudad de México /

Durante los últimos 6 meses los mexicanos hemos celebrado que la inflación ha venido disminuyendo después de un aumento en su índice durante un año (ver figura 1). Nuestra conciencia sobre este indicador se formó después del período traumático de shocks inflacionarios, desde 1976, donde cada shock en el tipo de cambio se reflejaba en un shock cada vez más amplio en la inflación, y su resistencia a bajar. (Ver figura 2), habiendo aprendido también sobre las consecuencias adversas de la inflación en la pobreza y el crecimiento sostenible.

Esta relación entre shocks en el tipo de cambio y la inflación también nos enseñó que la falta de disciplina fiscal y la falta de independencia del Banco de México, que provocaron dichos shocks, deberían corregirse.

Así, desde 1988 el Gobierno Federal logró un período de estabilización de precios, a través de una corrección en su disciplina fiscal, la independencia de Banco de México, estableciendo pactos entre empresarios para atar los precios relativos de las mercancías y los salarios, y hasta 1994 manteniendo un desliz cambiario que permitiera estabilidad en el tipo de cambio.

En el periodo que va desde 1994 hasta 2008, después del llamado “error de diciembre” y la liberalización del tipo de cambio, los mexicanos disfrutamos nuevamente de un periodo de estabilización de precios. Sin embargo, durante el período de 2008 hasta 2016, la inflación sufrió las consecuencias cambiarias de la crisis financiera internacional y un aumento en los precios del maíz. En 2017 la liberalización de los precios de los energéticos volvió a provocar un shock inflacionario, que logró estabilizarse hasta 2020.

En 2020 el shock del covid produjo nuevamente un shock en el tipo de cambio y en la inflación, provocado por una contracción en la oferta de bienes y servicios, y el incremento en el precio internacional de los alimentos, principalmente del maíz, que se exacerbo por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Este ciclo inflacionario vino acompañado de un incremento sostenido en la inflación subyacente, (que no incluye precios de energía, ni productos no elaborados) que apenas inició su descenso a partir de 2024. Sin embargo, a partir de mediados del 2023, a pesar de que los precios internacionales del maíz habían continuado bajando, y el tipo de cambio se estaba bajando, volvimos a sufrir un incremento en la inflación por las sequías que provocaron una caída en la producción doméstica de alimentos. Cabe mencionar que nos volvimos más sensibles a los precios internacionales del maíz a partir del 2006, donde nuestras importaciones comenzaron a subir.

En conclusión, después de reconocer los efectos negativos que la inflación tiene la pobreza y en nuestra economía en general, hemos aprendido que la inflación podemos controlarla en la medida que continuemos con disciplina fiscal, independencia del Banco Central, pero también tenemos ahora que concentrar nuestros esfuerzos en poder mantener en lo posible la estabilidad de los precios de los energéticos, buscando en lo posible ser auto suficientes. También necesitamos buscar la autosuficiencia en alimentos, concentrándonos en adecuar nuestra producción de los mismos a los efectos adversos del cambio climático, logrando una mayor oferta de agua para la agricultura, a través de infraestructura y la eficiencia en su aprovechamiento.

Figura 1. Inflación anual, tipo de cambio y precios internacionales de maíz, 2007-2024.
Figura 1. Inflación anual, tipo de cambio y precios internacionales de maíz, 2007-2024.
Figura 2. Inflación anual, variaciones en el tipo de cambio, y precios internacionales del maíz, 1970-1992


Figura 3. Inflación anual, tipo de cambio y precios internacionales del maíz, 1993-2024
Figura 3. Inflación anual, tipo de cambio y precios internacionales del maíz, 1993-2024

Figura 4. Inflación anual, tipo de cambio y precios internacionales del maíz, 1993-2024


Figura 5 Inflación anual y tipo de cambio, 1970-2024


  • Patricia Armendáriz
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