La historia nos sigue enseñando que tenemos que ser autosuficientes en todos los productos básicos para nuestra subsistencia. En el caso del maíz, es sin duda el factor más importante de la inflación que estamos sufriendo.
Hasta enero del presente año el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) continuaba manifestando un incremento por arriba de su media de largo plazo, que inició a partir de enero de 2021.
Este índice está compuesto por dos componentes: la inflación subyacente, es decir, la que puede ser explicada por fuerzas de mercado, que comprenden principalmente mercancías, alimentos, bebidas y tabaco, educación, y vivienda; y la inflación no subyacente, que está influida más por precios exógenos, y comprende principalmente productos agropecuarios, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno.
Desde 1995 hasta 2014 el índice subyacente había estado por encima del INPC; sin embargo, a partir de esa fecha comenzó a convergir hacia el INPC y ya desde 2018 se mueven juntos. Por su parte, también desde 1995 hasta 2010 el índice no subyacente había estado consistentemente debajo del INPC, pero a partir de entonces comenzó a convergir hacia el INPC.
No es casualidad que nosotros incrementamos sustancialmente nuestras importaciones de maíz en un 50 por ciento cuando los precios del cereal se dispararon también de 2 a 7 dólares por bushel. Al mismo tiempo la inflación subyacente en el ramo mercancías, en especial productos de maíz, también se contagió hacia arriba con el mecanismo de transmisión que opera con la inflación del insumo maíz a la mercancía tortillas principalmente.
Uno de mis mejores maestros acaba de recordarme que cuando la inflación subyacente se dispara el gran problema es que contagia a los contratos de los trabajadores, que al no estar coordinados, sus revisiones sucesivas en cada empresa generan una inercia inflacionaria difícil de revertir.
Este control inflacionario que logramos en los 80’s necesita un esfuerzo nacional entre empresas, trabajadores y gobierno para eliminar esa inercia que al fin y al cabo afecta a los más pobres. Y tenemos que lograr ser autosuficientes en maíz para blindarnos de shocks en sus precios.