Del Movimiento LGTB+, el VIH/SIDA y el surgimiento del Mónica’s.

  • Columna de Pedro Preciado N.
  • Pedro Preciado N.

Jalisco /

Desde antes de los años 80 ser gente LGBT+ en Guadalajara significó clandestinidad, condena, amarillismo de medios, extorsión, represión policiaca y cárcel. No aplicó el respeto a los derechos y libertades. La parte LGBT+ aristócrata o de clase acomodada pudo huir a otras ciudades o países para vivir su sexualidad. Los estratos medios se escondieron en el clóset para no ser señalados, discriminados o despedidos, o en todo caso, buscaron refugio en espacios anónimos de esparcimiento (baños, fiestas, cines). Los de más abajo, los más visibles y agredidos de forma directa por la policía y ‘los machines’, resintieron la dureza de las violencias: la de su familia desintegrada y la de un barrio que los expulsó por ser diferentes o ‘raritos’, obligándolos a buscar refugio anónimo en el Centro de la ciudad: el Parque Revolución, la Juárez, la cantina tolerante el Pancho’s, etcétera.

De ese hastío condenatorio surgieron la conciencia, el orgullo, la lucha por la dignidad y la sobrevivencia. En Julio de 1981 se fundó el GOHL, el primer grupo LGBT+ de la ciudad; luego, en 1985 el Grupo Lésbico Patlatonalli, y posteriormente, CODISE, y otros más; organizados para luchar contra la discriminación heterosexista y lesbófoba, buscando la inclusión, el ejercicio de las libertades y la exigencia del respeto a los derechos de las comunidades LGBT+ consagrados en la Constitución Política de México y en los acuerdos internacionales de Derechos Humanos.

De la necesidad de buscar una socialización, se asumió en las comunidades LGBT+ un significado formal para los espacios de recreación, goce y glamour, surgiendo entonces los ‘bares gay’ con artistas y empresarios que buscaron una sustentabilidad a través de un mercado cautivo. Así surgió en 1980 lo que a la postre sería el famoso Mónica’s, un bar y disco que se incorporó a la moda musical de ese género en el mundo y que bajo la batuta de Efraín Santacruz, un sociable y valiente joven gay con perfil de emprendedor, decidió aprovechar experiencias similares en otras latitudes para tomar el riesgo de impulsar un negocio ‘diferente’ bajo una normatividad local prejuiciosa.

Paralelamente a los primeros logros políticos visibles del Movimiento LGBT+, un bicho mortal llegó y atacó a la población en general, y específicamente, a la comunidad LGBT+ que recién estaba aprendiendo a ejercer algo de su libertad. El VIH/SIDA entró en la sangre de miles de torrentes sanguíneos para enfermarlos y matarlos sin compasión ni esperanza alguna. Los amantes, los amigos y los no tan cercanos desaparecieron. La muerte y el prejuicio condenatorio amenazó con volver por lo que las comunidades LGBT+ ya organizada previamente, asumieron otra vez la lucha por una nueva sobrevivencia, contra la neodiscriminación y por el derecho a la salud frente a una autoridad paralizada.

Una comunidad tan grande como la LGTB+, con tanta diversidad de ideas, modos de ser y creencias, ha tenido en su historia interior coincidencias y diferencias que eventualmente han limitado su unidad y esencia reproduciendo sin crítica alguna las contradicciones externas.

Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.