Un grito a voz de cuello: equidad para Carlos Olvera

Ciudad de México /

En el marco de la inauguración de la Feria Internacional del Libro del Estado de México, en Toluca, Estado de México, tras haber exigido la restitución del nombre del maestro Carlos Olvera al título completo del Museo de Arte Moderno, que fue retirado desde julio pasado, varias personas me preguntaron quién era el personaje por el que reclamábamos.

Carlos Emilio Olvera Avelar nació el 10 de diciembre de 1940 en la ciudad de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. A los nueve años llegó a la ciudad de Toluca, y fue inscrito en el Instituto Rodolfo Soto, a quien tuvo de profesor en sus últimos ciclos escolares de la educación primaria.

Fue un lector incansable. Desde muy joven, sus padres le facilitaron el acceso a la biblioteca familiar, y le hicieron leer a los clásicos de la literatura española y en inglés. Supo lo que era el gran gozo de la literatura, el cine y el teatro desde su más temprana edad, estimulado por sus experiencias en Estados Unidos y Argentina, donde residió algunas temporadas con su familia.

A los veinte años comenzó a escribir; ya lo había intentado antes, pero nada le gustaba: siempre fue muy crítico con su propia obra. Su primer amor fue el teatro. Escribió, dirigió y produjo al menos seis obras de teatro que montó con las distintas compañías que formó con sus amigos de generación, entre los cuales se encuentran, Trinidad Aguilar, Roberto Fernández Iglesias, Marco Antonio Morales y muchos más. La lista es larga, las experiencias son profundas, como pueden corroborarlo quienes aún pueden contarnos las vivencias de esos años.

Al teatro siguió la promoción cultural en los más diversos medios, la narrativa y la fundación de instituciones, el periodismo y la cátedra. Fue el primer director de la Casa de Cultura de Toluca, el primer director de la Compañía Universitaria de Teatro y de la Compañía de Teatro del Estado de México; fundó el grupo TunAstral y fue colaborador en innumerables iniciativas culturales, incluyendo una columna de opinión que mantuvo por varios años: Crónica Toluca. Su narrativa fue reconocida con el segundo lugar del Premio Radio Francia Internacional.

Llegó al Museo de Arte Moderno en el año 2001, y junto a Leopoldo Flores emprendió una renovación en los criterios de selección de artistas que exponían, basado en la ampliación de los horizontes estéticos de nuestro tiempo. Ese impulso le permitió hermanar la comunicación del museo con otros museos del país y del extranjero, atrajo el interés de artistas de otras latitudes y propuso un diálogo constructivo entre las artes y la crítica de arte, todo lo cual proyectó al museo a un lugar de relevancia de entre los museos de todo el país.

Por su oficina pasaban artistas emergentes, directores de otros recintos y alumnos, tanto del teatro como de quienes se sentían inclinados a razonar sobre el papel de los museos en la actualidad. Por 12 años hizo esta tarea de manera constante, sin interrupciones, hasta su muerte, el 28 de enero de 2013.

Por todo ello, el 2 de marzo de 2013 el Poder Ejecutivo le entregó post mortem la Presea Estado de México, y el 15 de septiembre de 2017, le impuso su nombre al Museo de Arte Moderno, ubicado en el Centro Cultural Mexiquense. Hoy, la actual titular de la Secretaría de Cultura decidió retirar el nombre de Carlos Olvera del muro de entrada del museo, bajo el nombre de ese recinto, y se rehúsa a colocarlo de nuevo. Por eso es justo exigirlo a voz de cuello, pues ese grito no va dirigido a la titular de la Secretaría: está dirigido al Gobernador Constitucional del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza.

  • Porfirio Hernández
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