A siete años del triunfo de la izquierda en México se han generado cambios sustanciales en el país, el logro más significativo es haber sacado a once millones de personas de la pobreza, se pudiera hacer un recuento extenso de otros más avances, sin embargo, hay que analizar otros aspectos de tipo político en el marco de la disputa ideológica en el plano internacional y del país.
Es evidente que hay un actuación coordinada de un bloque conformado a nivel internacional de la derecha, desde la más conservadora derecha española en Europa, hasta la más sumisa y arrastrada derecha Argentina de Milei, sumando a Bolivia, Ecuador, Perú, El Salvador entre otros, la constante es que el epicentro del modelo que defienden sigue siendo Estados Unidos que pasa por una etapa de crisis al interior por su política de criminalizar y deportar a los migrantes que es la población mayoritaria en ese país, aunado a ello una tensión internacional por auspiciar las guerras de Ucrania y el genocidio de Israel sobre la población palestina.
En este contexto se instala el escenario del debate político en México, con una derecha aliada a Estados Unidos y que respalda todas esas atrocidades, una derecha que implora que México sea intervenido militarmente y derroque al actual gobierno que para la oposición es la única forma de reinstalarse en el poder, sin importar que se haga lo que se tenga que hacer, así cueste vidas y saqueo a la nación y se pierda la soberanía, de ese tamaño la mezquindad de la oposición en México.
Por supuesto que Estados Unidos tiene interés de que regresen los gobiernos neoliberales del PRIAN que obedecían al pie de la letra las medidas económicas dictadas, se hacían los acomodos legales y constitucionales para entregarles los bienes estratégicos de la nación, en treinta y seis años de neoliberalismo se hizo un saqueo descomunal, se entregaron bienes nacionales a particulares nacionales y extranjeros, se desmanteló la responsabilidad social del Estado y los derechos sociales se volvieron mercancías reguladas por el mercado.
En este periodo de siete años la transformación social es cualitativa y cuantitativamente más grande, la población adquirió un nivel de conciencia como nunca en la historia y junto con ello una convicción colectiva mayoritaria de participar en los asuntos públicos del país, lo cual hace que la oposición se reduzca cada vez más y el resultado negativo a su pretensión de que una campaña tras otra de calumnias e insultos tenga social y electoralmente el efecto contrario, por ello la desesperación y odio cada vez más elevada.
Cada elección es una nueva oportunidad para la oposición, obviamente no van a desaprovechar cada circunstancia de equivocación o acto indebido por algún líder partidista de morena, algún funcionario, legislador o gobernante que están susceptibles de incurrir en actos alejados de los lineamientos ideológicos del movimiento, incluso en temas de corrupción lo cual siempre será aprovechado y magnificado por la oposición, sin embargo, son los menos y el proyecto de transformación está cada vez más consolidado sin riesgo a deteriorar el adepto ciudadano por más que haya campañas desde la derecha que ataquen y sobredimensionen algún acto indebido.
Aun y con los grandes avances, hay todavía grandes problemas por resolver, que son parte del legado del PRIAN, su apreciación y solución tienen enfoques totalmente diferentes, la inseguridad y la desigualdad social, la pobreza, la cobertura educativa y de salud de calidad son temas en proceso que no son fácil ni rápido de resolver y que los causantes de la catástrofe en esos rubros se despojan de toda responsabilidad y con facilidad y cinismo echan culpas ajenas, aun así, el colectivo social está claro de la realidad política y sabe quien es quien, el nuevo régimen se irá consolidando gradualmente y la oposición al borde del exterminio electoral.