El gobierno de Noruega ha condenando enérgicamente la violación al derecho internacional que la agresión de Moscú a Ucrania representa, al tiempo que ha fortalecido sus propias fuerzas armadas
En fechas recientes se llevó a cabo la cumbre de la OTAN en Washington D. C. en una coyuntura no solo histórica, sino compleja, que recalcó la importancia de contar con alianzas ante las amenazas a las que la paz y la seguridad se enfrentan ahora.
Fundada en 1949 en el difícil contexto de la posguerra, la cumbre de este año celebró el 75 aniversario de la alianza, hoy la más fuerte en la historia. Pero no fue el único aniversario que se conmemoró en julio, pues también marcó una década de que se implementara el mayor refuerzo en una generación: desde 2014, los aliados que integramos la OTAN hemos invertido más en esta defensa colectiva.
Esto no es fortuito. Este año también se conmemora una década de las agresiones rusas a Ucrania, que han dolorosamente desembocado en una invasión a gran escala que durante dos años ha amenazado la vida y soberanía de los ucranianos.
De cierta forma, podríamos decir que ambos aniversarios se entrecruzan, pues la fundación de la OTAN significó una garantía de seguridad y paz tras una guerra que trastocó a Europa como no había sucedido hasta ahora. En este contexto, la seguridad euroatlántica se encuentra bajo amenaza constante, por lo que los países aliados han reiterado la necesidad de comprometerse tanto con su propia defensa como con su apoyo a Ucrania.
Noruega ha mostrado una postura firme ante esta realidad, por un lado condenando enérgicamente la violación al derecho internacional que la agresión rusa representa y, por el otro, fortaleciendo sus propias fuerzas armadas. En los próximos 12 años, la inversión noruega en defensa aumentará con 51 mil millones de euros, lo cual representa un compromiso a largo plazo con la estabilidad de la región.
Es importante destacar que para Noruega la alianza con la OTAN y el compromiso con la seguridad europea no representan una postura de conflicto con Rusia, pues se trata de uno de nuestros vecinos; compartimos nuestra frontera norte. Pero Noruega es, además, un país que cree en la resolución pacífica y en la diplomacia, lo cual nos ha llevado a participar en la mediación de conflictos alrededor del orbe.
Nuestra convicción es clara: siempre se deben mantener canales abiertos y líneas de comunicación. Esto no solo garantiza la conciliación de cara a un conflicto, sino, sobre todo, la estabilidad.
Sin embargo, la situación actual también nos ha enfrentado a una realidad ineludible y es que la agresión rusa ha escalado contra los miembros de la OTAN y sus aliados. Esta situación ha confirmado la importancia de nuestra alianza y del apoyo continuo entre los miembros, así como a Ucrania. La cumbre de este año demostró que la cooperación es la base no solo de la estabilidad de la región, sino también en casa.
En el fondo, cuando hablamos de fortalecer la seguridad de la región no estamos hablando solo del compromiso con la alianza o del gasto en defensa de cada país miembro; de lo que se trata es de posicionarse a favor del derecho internacional, de la soberanía, del diálogo, de la cooperación, en resumen, de la solidaridad entre pueblos y del bien común.
Esa siempre ha sido la motivación de Noruega frente al concierto de naciones: construir juntos un mundo más pacífico. Más allá de la seguridad, se trata, entonces, de valores compartidos de uno y otro lado del Atlántico.
* Embajadora de Noruega en México