De cante grande y flamenco

Ciudad de México /

Largas charlas, amenas. A propósito de los que chanelan. Chanelar es sinónimo de comprender a conciencia tal o cual temática. Sobre todo, en cuestiones de tauromaquia o de cante jondo. Cante grande.

En esas largas, apasionadas pláticas con mi contertulio Tito González, novillero de los años 70 y tocaor de flamenco puro, clásico, coincidimos en señalar lo escaso de los degustadores del cante grande, del cante de verdad, ¿qué acaso existe uno de mentira? ¡Pues sí! Categóricamente lo hay. Ese cante grande llegado de allende los mares, no es afición de chalaos, es de entendidos, baturros y cabales.

Me cuenta, que en sus mejores días de torero y acompañante de cantaores y bailaoras, había en Guadalajara ejecutantes con rajo, con jipío, tocaores que rasgueaban con más sentimiento que técnica, pero lo hacían entregándose en cada una de sus interpretaciones, había toda una pléyade de guitarristas entre los que se destacaba el Chato Monroy, dice Tito, que no muy largo, pero los toques que dominaba, los hacía con bastante solera sin ser gitano.

Luego me cuenta que la Pulga Topete, cercano a la empresa de la plaza de toros del Progreso, fue un excelente ejecutante de guitarra y a él y nada más que a él, debe el conocimiento de más de alguna rondeña de su repertorio, José Luis Labra fue un entendido en cuestiones de acompañamiento y juntos tocaron en el legendario Afro Casino de la Calzada Independencia y Libertad, en una compañía de flamenco. Fue notable el paso por los escenarios de Guadalajara Fernando Martínez Peralta padre del actual guitarrista del mismo nombre. Pero, de los aficionados, de los cabales, he de mencionar al banderillero Fermín Quiroz, seguidor y fanático primero, de Camón, después de Camarón y enseguida de Camarón de La Isla pero admirador número uno de Miguel Flores, Capullo de Jerez el más puro de los actuales según él, junto con José Merced.

Recordamos a Juanito González Chávez el Llaverito quien se jactaba de ser cabal y seguidor de la indiscutible Pastora Pavón La Niña de los Peines de quien conservaba hasta su muerte, una vasta colección de acetatos y biografías.

Y cada que nos reuníamos para ver quien sabía más, siempre surgían los nombres de cantaoras como La Perrata, de la famosa dinastía, Chano Lobato, la Paquera de Jerez, por supuesto Manolo Caracol, los tocaores Melchor de Marchena y su hijo Enrique, Los Habichuela y todo un universo de gente del cante grande del cante de verdá.

Pues vino gente a México más propiamente, a hacer la América y lo consiguieron, y confundieron a la gente, como David Moreno gran folclorista, que dejó un legado de música grabada con españolerías, música con arreglos aflamencados, o, Juan Legido y los Churumbeles de España. Existe por cierto una anécdota desgarradora, como deben de ser las anécdotas flamencas que cuenta que una niña gitana dice a su mare “La niña llora”, a lo que replica la matriarca “Pues déjala llorar, tendrá una pena”.

  • Ramón Macías Mora
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