A 12 días de terminar el sexenio de López Obrador, la secretaria de seguridad ciudadana Rosa Isela Rodríguez presentó el último reporte de seguridad en el país de este gobierno, presumiendo importantes reducciones en delitos como el robo de hidrocarburo en un 94%, el secuestro con una reducción del 77%, el robo un 30% menos, el robo de automóviles un 48%, los feminicidios un 41%. De ser cierto eso, estaríamos hablando que la principal preocupación de los mexicanos no sería la seguridad.
Aun considerando que hay una ligera reducción en los homicidios en los últimos dos años, la realidad con los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad desmiente las “cifras alegres” de la autoridad.
Hasta ayer 197,563 personas habían sido asesinadas en forma violenta en este sexenio. Muchos más de los 156 mil homicidios en el sexenio de Enrique Peña Nieto y de los 120 mil de Felipe Calderón. Hoy somos el país más violento de los 38 países miembros de la Organización Para la Cooperación del Desarrollo Económico con 28 asesinatos por cada 100 mil habitantes, muy superior a los tres asesinatos en promedio de los países de la OCDE, de los siete en EUA, los dos de Canadá o los tres de Chile.
También hay que destacar que, de los más de 100 mil desaparecidos en el histórico del país, 50,673 ocurrieron en este sexenio, una tragedia. Esto nos coloca en una posición de alta vulnerabilidad, con una falta de estrategia eficiente y agudizado por la impunidad.
Los narcos están empoderados, como nunca, extorsionan y controlan muchas regiones del país, basta echarle un vistazo a la zona fronteriza de Chiapas, Guanajuato, Michoacán, Sonora, Jalisco, En Sinaloa, hasta el General de la Tercera Región Militar confirma que la seguridad de los ciudadanos en Culiacán depende de los grupos criminales antagónicos, a pesar de los más de cuatro mil soldados que se han enviado a la zona.
Las Fuerzas Armadas del país, fueron distraídas de su función principal de garantizar la seguridad, para ser llevados a construir las grandes obras del sexenio y hoy administrar puertos, aeropuertos, trenes y hasta una aerolínea.
No estamos mejor que hace seis años. La estrategia de “abrazos no balazos” fue un fracaso. No se debe repetir.