Su mayor anhelo era que en su municipio volviera a reinar la paz y combatir la inseguridad.

El miércoles 3 de mayo de 2006, Vargas fue asesinado a balazos afuera de su despacho.

Había sido un hombre admirado y exitoso, pero cuando se le acabó el fuero, su vida se volvió un infierno.

En sus tiempos de legislador no solo gozó del fuero, sino también de las muchas amistades y privilegios que se tienen cuando se es un político importante.

El economista brillante pasó los últimos meses de su vida a salto de mata con una identidad falsa.

Eduardo Reséndez Muñoz no solo era un triunfador, sino una persona respetada y admirada.

Tras ocho años, el abogado defensor comprobó que eran inocentes. Habían sido torturados y obligados a confesar.

A pesar de que eran muy jóvenes, los vecinos de la colonia admiraban a los Aguillón Martínez.

Se ganó el odio y el resentimiento de los delincuentes que persiguió, atrapó y puso tras las rejas.