Los aranceles no van a matar a todos

Ciudad de México /

Escribo esta columna en un momento en el que la amenaza de los aranceles sigue viva: a menos que Trump vuelva a suspender su entrada en vigor, todo indica que Estados Unidos impondrá el famoso arancel de 25% contra lo que se elabora en México. 

Para cuando usted, mi amable lector, esté leyendo esto, sabremos si ya hay arancel o si se volvió a posponer. Yo creo que otra vez se va a posponer porque veo a un Trump que ‘goza’ amenazando: parece que lo que más disfruta es tener la pistola apuntándonos a la cabeza y con ello, el poder que tiene para acaparar nuestra atención (y la del mundo). Si jala el gatillo, se queda sin su ‘juguete’. Habrá que ver. 

Independientemente de lo anterior, una cosa de la que sí estoy completamente convencido es que los aranceles no afectarán a todos por igual. 

Hace unos días, Forbes publicó un reportaje acerca de Tajín y cómo es que esta marca ha encontrado un gran mercado en Estados Unidos. El Tajín se produce en Guadalajara y desde ahí se exporta, y de acuerdo con la revista, cerca de 7% de los hogares en el vecino país del Norte compraron alguno de sus productos el año pasado. 

¿Usted cree que el arancel tumbaría las ventas de Tajín?

Yo no. No digo que no le perjudicarían, sobre todo en el corto plazo. Pero tampoco creo que los americanos dejarán de comprarlo, aun cuando cueste un poco más. Tajín es el tipo de producto que el consumidor no elige porque cuesta poquito o porque es más barato que otras opciones. Lo eligen porque les gusta, y si hay que pagar un poco más, podría apostar a que la mayoría lo seguirán haciendo. 

Esto mismo sucederá con productos como el aguacate, o con marcas como Topo Chico, que se han ganado un lugar en el mercado incluso como productos más bien premium. Las cervezas podrían ser un tipo de producto más susceptible de verse afectado por un aumento de precios, pero aún así dudo que los aranceles vayan a ‘matar’ las ventas en Estados Unidos de marcas como Modelo. Sus clientes hoy no las compran por ser las cervezas baratas. Lo mismo con los tequilas mejor posicionados. 

La realidad es que en México se crean productos y marcas que son valiosas por sí solas y no porque son de bajo precio. En estos casos, una política arancelaria como la de Trump sí puede ser que afecte, claro, pero lo más probable es que sea solo algo temporal. 

Donde sí afectan de manera significativa es en aquellos casos en los que la única razón por la que algo se hace en México es porque cuesta menos hacerlo aquí que en otros lados. Si el precio fuera la única razón, y ahora ya no será una ventaja, pues es evidente que no hace sentido seguir produciéndolo en nuestro país. 

Pero ojo, el bajo costo no ha sido la única razón por la que las empresas deciden instalar en México sus fábricas. Sí es uno de los principales —pero también lo es la cercanía geográfica, la capacidad del talento local para operar plantas de manera eficiente, la madurez de las cadenas de suministro e incluso la estabilidad política y económica del país (sobre todo cuando se compara con muchos otros países). 

Los aranceles de Trump le restarían a México una parte de esa ventaja de costo, pero subsisten las demás fortalezas que existen en este país. 

Aranceles o no, los americanos van a seguir queriendo guacamole. Y Tajín, y Topo Chico, y también Modelo —aun cuando tengan que pagar un poco más por esto. Y me atrevería a pensar que algo similar sucederá con una buena parte de la producción industrial que está destinada a la exportación. Los aranceles sí tendrán un efecto negativo y, sobre todo, afectarán el ritmo de crecimiento. 

Pero no nos matarán.


  • René Lankenau
  • Fundador de Whitepaper
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