Lamborghini es una de las marcas más reconocidas en el mundo de los autos deportivos. Fundada en 1948, en Italia, sus modelos rápidamente se ganaron un lugar entre quienes buscaban un vehículo exótico. Sin embargo, como empresa a duras penas sobrevivió durante sus primeras cinco décadas —cambió de manos al menos en siete ocasiones y en algún momento incluso tuvo que declararse en bancarrota.
En 1998, Lamborghini fue adquirida por Volkswagen. En ese momento producían apenas unos 200 autos al año. La armadora alemana compró además Bentley y Bugatti, y con ello creó un portafolio de marcas ultrapremium.
Ya dentro de Volkswagen, Lamborghini encontró una estabilidad que nunca antes había tenido. Esto se reflejó en sus resultados, y para 2005 sus ventas anuales crecieron a unos mil 500 vehículos.
Ese año nombraron a Stephan Winkelmann como CEO de la marca. Con el ejecutivo alemán a la cabeza, Lamborghini aceleró su crecimiento y fortaleció más que nunca su posicionamiento. Lanzaron más y más modelos y ediciones especiales —incluyendo una primera SUV— y se convirtieron en un gran negocio para Volkswagen.
En los primeros nueve meses del año pasado vendieron 9 mil 605 vehículos en todo el mundo y con ello generaron 2 mil 434 millones de euros de ingresos y una utilidad operativa de 678 millones. Esto implica un margen de 28 por ciento —prácticamente el mismo que Ferrari, y muy por encima del de marcas como Porsche, BMW y Mercedes Benz. Dentro de Volkswagen, las ventas de Lamborghini son menos de 1 por ciento. Sin embargo, la utilidad operativa sí figura —representa cerca de 5 por ciento del total— y es como nueve veces lo que Volkswagen pagó por la marca hace 25 años.
La semana pasada estuvo Winkelmann en México. El negocio de Lamborghini es minúsculo en este país y por eso me llamó la atención que el CEO haya destinado un par de días de su agenda para visitarnos. Eso fue lo primero que le pregunté durante una entrevista con él.
México, me respondió, es un país en el que empezaron vendiendo no más de 10 vehículos al año. Están aquí desde hace 15 años. Pero el negocio que tienen en nuestro país está creciendo mucho más rápido que otras regiones, presumió, y en 2024 los mexicanos compraron 82 Lamborghinis. Hay ya más de 500 vehículos de esta marca circulando en nuestras calles.
En esta columna hemos hablado ya en varias ocasiones de lo estratégico que se está volviendo el mercado mexicano para cada vez un mayor número de empresas globales. Por las características de la población, México es atractivo tanto para quienes van dirigidos a un segmento más masivo —desde Walmart y Mercado Libre, hasta Huawei— y también para organizaciones que buscan crecer en el segmento premium. Esto último lo vemos con las marcas de hoteles que están llegando a nuestras ciudades, con el crecimiento aquí de los equipos de banca privada y ahora también con marcas de lujo, como lo es Lamborghini.
Winkelmann añadió que quienes eligen sus modelos lo hacen no porque están buscando un medio de transporte, sino porque están “cumpliendo sus sueños”.
Este país enfrenta todo tipo de retos, con algunas situaciones que resultan ser verdaderamente críticas. Pero también está este otro lado de México: uno en el que hay oportunidades de negocio para quienes estén enfocados en desarrollar una propuesta de valor que sea diferente —así sea para un mercado con millones de clientes potenciales… o apenas unos cuantos.