Tienen razón quienes preguntan sobre la poca experiencia política del aún director del IMSS.
Resulta razonable la duda de aquellos que cuestionan la poca o nula popularidad de Mikel Arriola y las pocas posibilidades electorales que podría tener frente a Claudia Sheinbaum en la competencia por la capital del país.
Incluso es fundado el escepticismo de quienes preguntan sobre la suerte de un partido, como el PRI, en manos de un servidor público excepcional, deportista consumado y sin experiencia político-electoral, y al que pretenden llevar al terreno de buscar el voto ciudadano.
Sin embargo, la respuesta a las anteriores y a muchas otras interrogantes similares se localiza en una palabra: congruencia. ¿Congruencia?
En efecto, el PRI está viviendo un impensable —y por eso histórico— cambio de piel frente al electorado. Un cambio que si no lo detectan los votantes y los adversarios, podría significar que no entienden nada de lo que está pasando en la política y en las elecciones mexicanas.
Por eso la pregunta. ¿Por qué Mikel Arriola será postulado como candidato del PRI al gobierno de la Ciudad de México? En realidad la respuesta la conoce todo aquel que haya estado atento, por ejemplo, a la ciudadanización de los candidatos a puestos de elección popular, que inició el PRI con la postulación de José Antonio Meade como candidato presidencial.
Y es que Mikel Arriola es uno de los más eficientes servidores públicos del gobierno federal, no solo porque hizo cambios fundamentales para la supervivencia del IMSS, sino porque no milita en partido político alguno y porque el suyo es un proyecto político de arranque, no de llegada, como sería el de José Narro, quien habría rechazado competir por la capital del país con las siglas del PRI.
En pocas palabras, Mikel Arriola es el candidato espejo, en la Ciudad de México, al candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade.
Y es que si el PRI mandó como candidato presidencial a una figura no partidista, sin militancia en sus filas, sin la tara y el lastre de un político y un partido, y sin “cola que le pisen” para efectos de corrupción, el PRI es congruente al postular para la capital del país a un político sin militancia y sin filiación partidista, que entiende de la administración pública y que es símbolo de los tiempos en el PRI; los tiempos del candidato ciudadano, no partidista, sin tacha partidista y sin cola que le pisen.
Y es que mientras que en Morena sus candidatos presidencial y a la capital del país son viejos militantes de partido —de PRI, PRD y Morena—, y si los persigue el fantasma de feos actos de corrupción, el PRI le ganó la partida a las izquierdas y está resolviendo sus candidaturas más importantes por la vía de los ciudadanos sin militancia y sin partido.
Y es que, a querer o no, José Antonio Meade y Mikel Arriola son candidatos ciudadanos; son el perfil que reclama la sociedad y que exigen los votantes que ya no quieren políticos, sino ciudadanos; que están “hasta la madre” de las viejas carreras políticas y que exigen caras nuevas, frescas, ciudadanas.
Y fue tan acertada la decisión de postular a José Antonio Meade como candidato presidencial y la eventual postulación de Mikel Arriola —por parte del PRI capitalino—, que en el PRD y en el frente ciudadano en los hechos hicieron a un lado a ese bulto llamado Alejandra Barrales para empujar como potencial candidato a Salomón Chertorivski.
Dicho en pocas palabras, que los candidatos ciudadanos del PRI están marcando una tendencia que, bien manejada, podría ser irreversible. Y esa tendencia podría hacer la diferencia.
Pero no, que nadie se equivoque. Aquí no estamos sugiriendo que el eventual destape de Mikel Arriola como candidato del PRI a CdMx sea una decisión ganadora. En realidad el aún director del IMSS —si es que se confirma su designación— va en busca de recuperar el mayor número de votos para el PRI en la capital del país.
El objetivo es mover la conciencia de todos los capitalinos cansados de los gobiernos populistas y depredadores del PRD y de Morena, que han convertido a la capital del país en un espacio violento, ocupado por el ambulantaje y en donde no existe gobernabilidad en la mayoría de las 16 demarcaciones.
En realidad Mikel Arriola sería el candidato de los ciudadanos hartos, que abiertamente le han dicho a los partidos y a los políticos que ya no los quieren en las responsabilidades de gobierno.
Y es que igual que José Antonio Meade, el aún director del IMSS es un candidato ciudadano. Al tiempo.