Ser una persona cabal

  • Perspectiva Jurídica
  • Ricardo Cisneros Hernández

Laguna /

Vivimos un estado de incertidumbre y ansiedad por las guerras internacionales y el flagelo nacional de inseguridad, violencia y retroceso socioeconómico, 

Pero en vez de ignorar estas difíciles condiciones, deberíamos preguntarnos: 

¿Qué podemos hacer para mitigarlas?

Lo que todos podemos hacer es tratar de perfeccionar nuestra conducta en la familia, la sociedad y los negocios. 

Baltazar Gracián, moralista castellano, se preocupó por la moralidad en el contexto de la crisis de la monarquía española y la decadencia económica y política.

Al respecto, dice “Hazte una persona cabal. Nadie nace plenamente formado, se perfecciona cultivando las virtudes morales, los sentimientos y la inteligencia. 

Una persona cabal, íntegra y recta se construye en la lucha continua contra la mediocridad y contra sus propias fallas.”

Para seguir el consejo de Gracián, es primordial controlar el sentimiento y la expresión de las emociones negativas: rivalidad, envidia, ira y crítica maligna. 

Siempre las justificamos diciendo que son muestras de firmeza o de sinceridad. En realidad, son signos de mal temperamento y de falta de control.

La negatividad corroe los lazos de amistad e irremediablemente rompe la paz interior y la tranquilidad externa. 

Por eso, debemos controlar las emociones negativas y cultivar actitudes correctas para construir relaciones pacíficas y enriquecedoras.

Al efecto, Gracián agrega: “Controlar el estado de ánimo es la mayor prenda de una persona. 

Esa superioridad impide ser arrastrado por emociones vulgares”. 

Así pues, la actitud correcta es ser considerados con todos; y tratar a los amigos con el cariño, la comprensión y el respeto que se debe a una familia extendida.

La conducta de una persona cabal se extiende como los círculos concéntricos: a la familia, los amigos y la sociedad en su conjunto; y, así, participa en la construcción del bienestar y la paz.

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