María, una profesora, llegó de Estados Unidos (EE.UU.) a visitar a su familia en Puebla. De Dallas a Ciudad de México y de ahí a su municipio. Al llegar, su sobrino Saúl le preguntó por qué no viajó en su camioneta como en otros años. María le dijo que para como están las cosas, si viajaba en camioneta, además de quedarse sin sus regalos, se quedaba sin tía.
Saúl aceptó que es peligroso, pero le dijo que no exagerara. Que ha visto cómo en EE.UU. hay violencia en la calle, niños armados en escuelas, violencia contra mujeres, robos y mucho de lo que pasa en México. Ella asintió, pero con una diferencia sustancial, la eficacia de las instituciones que se ve reflejada en el día a día de la gente de a pie. Por ejemplo, cuando se hace una llamada de emergencia, según el caso, llega pronto una ambulancia, una patrulla o los bomberos para atender la situación; si la policía te detecta alcohol en la sangre, habrá infracción y sanción sobre tu licencia que si o si obtuviste después de un examen teórico y práctico; que el policía difícilmente pedirá para el refresco; que no se ven retenes delincuenciales en carreteras; que se roben los camiones con mercancía a punta de bala; negocios incendiados por no pagar derecho de piso; o que el equivalente a un presidente municipal amanezca decapitado en la calle.
Saúl, sin palabras para refutar, le preguntó por qué cree que pasa eso aquí y no allá. Le contó que esta semana la Presidencia de la República presentó su Estrategia Nacional de Seguridad, cuyos principales ejes estarán encaminados a combatir el crimen organizado y la disminución de homicidios dolosos, de la mano de las Secretarías de la Defensa Nacional y de Seguridad y Protección Ciudadana. Que trabajarán con base en los ejes de atención a las causas generadoras de violencia, como familias en condición de vulnerabilidad y crear oportunidades para mejorar la vida de jóvenes; consolidar la Guardia Nacional para que apoye a familias y operadores en la procuración de justicia; fortalecer inteligencia e investigación para la prevención de delitos; y la coordinación con el Gabinete de Seguridad para consolidar los objetivos de reducción de delitos, neutralizar redes criminales y generadores de violencia, así como mejorar capacidades de prevención y proximidad social de las policías locales.
Su tía le dijo que para ella lo más importante es tolerar espacios a la impunidad, que no haya consecuencias reales y claras de cara a la ciudadanía. Así, no importa si hay programas, planes, anuncios, conferencias, fotos, inteligencia, análisis de datos, incluso militares haciendo labores de naturaleza civil. La diferencia, le dijo a Saúl, es que allá son más factibles las consecuencias ante inseguridad, violencia y la gente confía más en la autoridad. Cosa que aquí, sin importar el color político, no se ve desde hace mucho. Concluyó María diciendo que si se quieren atender las causas, no estaría mal hablar también de una Estrategia Nacional pero Contra la Impunidad.