La nueva guerra sucia digital

Ciudad de México /

Las fake news o noticias falsas son asunto del pasado. Lo nuevo son las deepfakes o mentiras profundas.

¿En qué consisten? En imágenes, audios y voces que corresponden a personas reales, pero que nunca dijeron lo que se escucha en el audio, no estuvieron en el lugar que aparece en el video ni portaron la indumentaria que se muestra.

Estamos ante un fraude digital, un vil y vulgar robo de identidad que puede confundir, engañar y defraudar a miles y miles de personas.

Las deepfakes se generan con aplicaciones que adulteran audio, imagen y escenarios de una persona o un evento. Se apoyan en los recursos de la inteligencia artificial que, bien llevada, es un instrumento útil en el aprendizaje, la enseñanza y la educación, pero mal utilizada se convierte en una perversión, una manipulación y un engaño monumental.

Un campo en donde las deepfakes han encontrado cobijo y crecido como la espuma es la política. Cayeron como anillo al dedo para un nuevo tipo de guerra sucia: la digital.

En Estados Unidos, por ejemplo, han lanzado deepfakes contra el ex presidente Obama y el candidato Trump, así como contra otros personajes de la vida pública.

En México, el pasado fin de semana circuló una contra Marcelo Ebrard; se trataba de un audio con su voz en el que llamaba a sumarse a un partido y a una aspirante de la oposición. Rápidamente, el equipo del excanciller salió a desmentirlo.

Seguramente vendrán más deepfakes, a medida que avancen las campañas políticas. Debemos estar listos para no irnos con la finta, para no caer en el engaño.

Además de esa modalidad de recursos ultrafalsos, la guerra sucia digital que se avecina utiliza otros que debemos poder reconocer. Por ejemplo, el algoritmo del odio y el algoritmo del miedo, que consisten en identificar, retroalimentar y expandir todos aquellos sentimientos de rechazo, discriminación y extinción que se expresan en las conversaciones en las redes, a fin de que las y los candidatos hablen sobre estas amenazas y obtengan las simpatías de potenciales electores.

Otro recurso en puerta es el ChatGPT (Chat Generative Pre-trained Transformer), la red neuronal capaz de procesar secuencias de textos acerca del perfil, de las propuestas y posicionamientos políticos e ideológicos de un aspirante, con base en información, juicios y prejuicios vertidos en las redes. Puede haber herramientas de este tipo, demoledoras para la reputación de un candidato o candidata, si no responde a tiempo.

Granjas de bots, guerra de guerrillas entre cuentas orgánicas y erupciones en cadena de fake news son otros de los recursos que habremos de ver en la elección más grande y polarizada (o politizada) de nuestra historia.

¿Qué podemos hacer para no caer en la manipulación de la guerra sucia digital? Aquí algunos consejos para evitar ser devorados por las deepfakes:

Primero, corroborar, verificar y validar lo que estamos viendo o escuchando.

Segundo, ver y escuchar con detenimiento la imagen y el audio que la acompaña; generalmente los montajes digitales presentan un desfase entre voz e imagen.

Tercero, recurrir al sentido común, a lo que nuestros maestros y maestras de la infancia nos decían: “no creas en todo lo que escuchas ni confíes en todo lo que ves”.

En tiempos de deepfakes o falsedades profundas, más vale validar que lamentar.


  • Ricardo Monreal Ávila
  • ricardomonreala@yahoo.com.mx
  • Coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Jucopo / Escribe todos los martes su columna "Antilogía" en Milenio Diario
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