Una muralla de tamaño china se levantó ayer en torno a la validez del resultado anunciado por la dirigencia de Morena. El argumento principal fue pronunciado por Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional: “ninguna eventualidad pudo haber incidido para afectar el resultado”. Sheinbaum consiguió el primer sitio con una ventaja superior a los 10 puntos. Detrás de ella habría llegado Marcelo Ebrard y, en tercero, casi empatados, Gerardo Fernández Noroña y Adán Augusto López.
Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador entregará, simbólicamente, el mando del movimiento. Asistirán al evento las y los gobernadores del oficialismo entre un incontable número de dirigentes y militantes.
Para ese amplio contingente no fueron importantes las expresiones de Ebrard. Este ejercicio no contempló una instancia institucional para desahogar y resolver quejas. El ex canciller declaró que 14 por ciento de las urnas pertenecientes a la encuesta principal exhibió inconsistencias. Tenga o no razón, esa impugnación fue desechada por la vía de los hechos.
Lo mismo que el conjunto de agravios señalados durante los meses y semanas previos.
Ni Gerardo Fernández Noroña ni Ricardo Monreal le ahorraron a la dirigencia de Morena el señalamiento sobre las condiciones injustas de la competencia. Sin embargo, a diferencia de Ebrard, ambos aceptaron con resignación esa realidad política.
No será fácil para Sheinbaum perdonar que le hayan echado a perder su supermiércoles. Tampoco será sencillo para el ex canciller volver sobre sus pasos para reconocer el triunfo de la nueva coordinadora. Esta es la única realidad política hasta este momento.
Quienes aseguran que los siguientes capítulos del relato habían sido trazados de antemano, exageran en su ánimo especulativo. Una cosa es que el segundo lugar no haya brindado su apoyo y otra muy distinta que Ebrard vaya a participar en 2024.
Zoom: Los escenarios posibles se irán abriendo camino durante los próximos días. Nada está todavía definido. El 2024 podría tener dos candidatas mujeres, o bien, tres candidaturas competitivas, entre ellas la del ex canciller. Un escenario o el otro dependerán de la generosidad o la vileza con que sean abordados los reclamos presentados a lo largo de la contienda.