Un video hizo viral la tremenda tunda que Christian Rojas impuso a Melanie. Con ella incendió los ánimos de una sociedad que, aunque acostumbrada a la violencia, todavía conserva uno que otro límite y por tanto motivos para la indignación
Vestido de médico se presentó en el hospital porque quería ver a su víctima. La sorpresa paralizó a la familia que no podía creer el atrevimiento. La tía, Sheila Guzmán, reventó contra quien lo dejó pasearse con libertad fuera del cuarto donde Melanie sufría las consecuencias de la golpiza.
“Solo quiero darle un beso en la frente”, insistió el agresor.
Un video hizo viral la tremenda tunda que el médico Christian Rojas impuso a su novia. Con ella incendió los ánimos de una sociedad que, aunque acostumbrada a la violencia, todavía conserva uno que otro límite y por tanto motivos para la indignación.
Danna Paola fue la principal testigo de los hechos. La noche del jueves 31 de octubre asistió junto con Melanie y su novio a una fiesta en una colonia cerca del mar, en Ciudad Madero.
En algún momento de la madrugada Christian la colocó en una situación incómoda porque hizo avances impertinentes en la pista de baile. Melanie se dio cuenta y fue directo a su encuentro. Danna Paola afirma que ella fue quien la rescató de aquel momento desagradable.
Ambas salieron ofendidas de la fiesta y tras las dos chicas corrió el médico jurando que Melanie había imaginado una escena inexistente. Fue como si el tipo no tuviera consciencia sobre sus actos. Estaba desesperado por negar lo obvio, como si otra persona, distinta a él, hubiese cometido esa falta de respeto.
Al parecer, la decisión de las dos jóvenes para no consecuentar la arbitrariedad de Christian alimentó su locura. Afirma Danna Paola que el médico no paraba de repetir que ambas se habían inventado lo ocurrido. El consumo de alcohol es el argumento que ella considera a la hora de explicar los hechos pero, evidentemente, algo andaba ya muy mal en la cabeza del joven doctor como para que haya procedido como lo hizo y luego quisiera hacer creer que su novia y su amiga habían perdido el sentido de la realidad.
La personalidad de Christian tiene más aristas de las que Melanie pudo haber calculado. El novio de la víctima es caracterizado por sus conocidos como un joven inseguro y también celoso pero nada en su comportamiento previo habría hecho suponer que se trataba de un acosador, ni de un hombre tan violento.
Cuando Melanie lo conoció, estaba por titularse como médico. Desde los dieciocho participó con los jóvenes franciscanos y llegó a ser asistente espiritual en la iglesia de Santiago Apóstol, donde se reúne la comunidad de Cristo de San Damián, bajo el lema “Es perdonando como seremos perdonados”.
Las fotografías que existen de él no compaginan con el personaje surgido aquella noche de Halloween. La imagen del muchacho vestido con ropas de hospital, que lleva gafas de buen estudiante y cuyos dientes asoman aún adolescentes por un tratamiento de ortodoncia inconcluso, es en todo contradictoria con el video que capturó a la bestia en que se convirtió.
Danna Paola cuenta que, para tranquilizar los ánimos, Melanie se encerró dentro del vehículo en el que habían llegado a la fiesta. Luego, más tranquila, regresó donde su amiga quien le suplicó que no fuera a manejar aquella noche porque, debido al alcohol ingerido, sería peligroso.
En esa conversación estaban las dos chicas cuando Christian se aproximó furioso y golpeó el rostro de su novia. Luego la tiró al suelo mientras su amiga hacía su mejor esfuerzo físico para detener aquella violencia. Christian continuó dando de patadas a su novia mientras la arrastraba por la calle. De no ser por Danna ese episodio habría podido terminar en una tragedia peor. Por fin arribaron otros invitados cuya intervención logró hacer que Christian se detuviera.
La escena con la que se topó aquella gente debió ser muy impresionante. Melanie tenía un ojo destrozado, lo mismo que la mandíbula. Lo que siguió fue igual de sorprendente: al lugar de la fiesta arribó la policía y pocos minutos después una ambulancia. Mientras eso sucedía Christian se mantuvo a un lado de Danna y de Melanie, ya no como agresor sino como novio alterado por lo sucedido.
Para que la confusión no permitiera al agresor salir impune, la amiga denunció ante los agentes uniformados el crimen cometido por el doctor. En respuesta, esos funcionarios dijeron a Danna que no podrían proceder contra Christian hasta que Melanie no fuera atendida en el hospital y ahí se confirmara que ese muchacho flaco y de aspecto inocente era el verdadero responsable.
En otras palabras, el testimonio de Danna fue tirado a la basura por la policía y Christian pudo marcharse del sitio como si no hubiera sido el autor de ese crimen. Aquella noche dos veces pasó lo mismo: primero negó con vehemencia ante su novia que se hubiera propasado con Danna y luego volvió a hacerlo después de masacrar a Melanie. De no haber sido por la cámara que lo filmó en su momento más desquiciado, probablemente habría promovido otra vez el borramiento de la realidad.
Este rasgo, propio de una personalidad distorsionada, volvió a hacerse patente el día posterior, cuando Christian se vistió de médico y visitó la clínica número 26 de Ciudad Madero porque quería solidarizarse con su novia. Como si la causa de aquella violencia le fuese ajena, logró llegar hasta la puerta del cuarto donde Melanie —después de una intervención quirúrgica que le salvó el ojo— dormía bajo los efectos de los sedantes.
Se habría salido con la suya de no ser por la familia de la chica que lo reconoció de inmediato. El padre enfurecido impidió el acceso a Christian y lo amenazó con que llamaría a las autoridades para que ahí mismo le detuvieran. Fue por este motivo que el médico regresó sobre sus pasos y abandonó el hospital sin haber cumplido con su deseo.
Es difícil creer que ese sujeto fuese capaz de suponerse desvinculado de aquella miseria y sin embargo la tía Sheila asegura que, a manera de explicación, él insistió varias veces con que solo quería darle un beso en la frente a la pobre Melanie.
Tanto o más complicado de comprender es la negligencia de la autoridad. La policía no detuvo a Christian durante la madrugada en que ocurrieron los hechos y tampoco en el hospital. El daño psicológico del joven médico, que explicaría la inexistencia de su sentido de realidad, no está disociado de una autoridad que también se vive en negación y de la familia de Christian que decidió esconderlo en vez de obligarlo a enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Creerán sus padres que todo, hasta la violencia más infame, puede ser perdonada sin atravesar antes por la aduana de la responsabilidad y la rendición de cuentas.