Atila fue el líder más conocido de los terribles hunos. Su paso terrorífico a través del imperio fundado por Constantino y los territorios que actualmente ocupan Francia, Grecia e Italia es todavía sinónimo de destrucción civilizatoria.
Han transcurrido diecisiete siglos desde entonces y el nombre de este sanguinario guerrero es aún capaz de provocar pesadillas cargadas de significado.
A tres días de que Donald Trump haya tomado protesta como el presidente número 47 de Estados Unidos, el ánimo mexicano oscila entre el temor a la destrucción y la esperanza de que podremos sobrevivir al bárbaro de la Casa Blanca.
Con todo, mientras se despeja el futuro, toca ya a nuestra puerta una eventual tragedia, en este caso la de los unos, sin hache.
De acuerdo con un reporte publicado el martes pasado por Citibank, México será el país que sufra el mayor impacto, en todo el globo, por el giro radical que estarían tomando las políticas migratorias y comerciales de Estados Unidos.
Después de consultar a más de una centena de personas analistas y expertas de distintas latitudes, Citi concluye que este 2025 la economía mexicana no crecerá más de uno por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
El otro uno es una cifra recién proporcionada por Moody’s, la agencia global de calificación de riesgos. Esta instancia adelanta que, de ocurrir el alza arancelaria advertida por Trump en contra de México y Canadá —lo cual, en los hechos, significaría la muerte del T-MEC—, nuestro país perdería un punto porcentual de su PIB.
Sumar los dos argumentos —el de Citi y el de Moody’s— conduce a una resta terrible: uno menos uno es cero y cualquier cosa por debajo de cero implica ser arrojados a una recesión económica.
Soy de los que quiere pensar que Atila pasará de largo sin destruir nuestro patrimonio. Sin embargo, mucho antes de que tal cosa pueda realmente suceder, los oráculos de la finanza internacional ya andan preconizando la devastación.
Zoom: Aconseja Claudia Sheinbaum que en estos días tan inciertos metamos el cerebro a la congeladora. No podría estar más de acuerdo con ella, aun si no logro arrancar la estampa de los hunos de mi cabeza.