Ayer se filtró un video que registra un pleito relevante ocurrido durante el Consejo Nacional de Morena del domingo pasado. Ahí Claudia Sheinbaum reclama al presidente de ese órgano, Alfonso Durazo, por el recibimiento que tuvo minutos antes al descender de su auto.
El lenguaje no verbal es bastante elocuente. El también gobernador de Sonora actúa sumiso mientras ella lo regaña acusándolo con el índice derecho.
Mientras tanto, Gerardo Fernández Noroña mira de reojo la escena un tanto sorprendido.
Muy poco se alcanza a escuchar en ese video, pero hay dos expresiones de Sheinbaum que emergen de entre el barullo. La primera se relaciona con la molestia que le produjo el que un grupo de manifestantes gritara la frase “suelo parejo” cuando, al parecer, había un acuerdo para que ninguna de las personas aspirantes a la candidatura presidencial llevara porras.
Si bien no se trató de una porra sino de un grupo de gritones que quería poner en aprietos a la única precandidata mujer, no se entiende por qué Durazo habría sido responsable de ese desaguisado.
Una cosa es que el gobernador de Sonora sea la cabeza del consejo y otra que tuviera que encargarse, personalmente, de organizar o prevenir cuanto ocurriera en la banqueta del hotel donde ella se sintió increpada.
También llama la atención la segunda frase rescatada de esas imágenes, sobre todo porque se repite varias veces: “ya me cansé, ya me cansé”.
¿De qué pudo haberse cansado Sheinbaum si la contienda apenas arranca? ¿Podría estar fatigada de algo que ha considerado como un maltrato reiterado, o quizá peor, como una trampa en la que no está dispuesta a resbalarse?
En cualquier caso, esa conversación agreste indicaría que, ante los ojos de Sheinbaum, Durazo tiene algún tipo de responsabilidad por los agravios.
Ese ya me cansé no solo se explicaría por los gritones del suelo parejo, sino por algo que pudo haber sucedido antes y que quizá tenga que ver con la insatisfacción respecto del arreglo de unidad tan presumido.
Zoom: Quien hace política también tiene derecho a enojarse, pero las horas de vuelo en este oficio se miden por la forma y no solo por el fondo del enojo. El que Sheinbaum no haya sido capaz de buscar otro momento para exhibir su coraje habla de su carácter.