Para ingresar al Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum tendrá que cruzar un foso profundo, peligroso y habitado por muchos cocodrilos. Entre el glorioso día de la elección presidencial y la toma de posesión se han acumulado problemas serios en prácticamente todos los frentes, entre los que destaca la seguridad.
Al respecto, Sinaloa será la primera materia que la nueva administración habrá de cursar.
El secuestro de Ismael El Mayo Zambada y su traslado a Estados Unidos sembró un conflicto inesperado.
Si en alguna entidad la población conocía la pax narca (el pacto de no agresión entre criminales y autoridades), esa era Sinaloa. De la noche a la mañana el estatus cambió porque El Mayo, además de ser un criminal, paradójicamente jugaba como estabilizador del conflicto.
Una vez que este sujeto quedó fuera de la escena, las distintas facciones que integraron a la antigua Federación del Pacífico, empresa criminal también conocida como el cártel de Sinaloa, buscarán por todos los medios hacerse del control de una red robusta y muy lucrativa de negocios nacionales e internacionales.
No solo se trata de la disputa obvia entre los descendientes de Joaquín El Chapo Guzmán, grupo conocido como Los Chapitos, y los familiares de la familia Zambada, ya que dentro de cada facción hay subfacciones que aprovecharán el terremoto para avanzar sus propios intereses.
A esta explosiva ensalada se sumarán obviamente otros actores. Sería ingenuo suponer que se mantendrán apartadas del conflicto organizaciones como el cártel de Caborca, La Línea, el cártel Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana o las escisiones del antiguo cártel de los Beltrán Leyva.
Es en este contexto que fue rematadamente absurda la declaración del general Francisco Leana, comandante de la Tercera Región Militar, en el sentido de que la paz no podía depender de la intervención del Ejército, sino de que los criminales resolvieran su pleito.
Si el futuro gobierno no interviene con inteligencia, estrategia y táctica, lo que está por suceder podría ser peor que todo lo visto en el pasado.
Palabras más, palabras menos, eso fue lo que pronunció Claudia Sheinbaum el martes pasado.
Zoom: En cambio, el general Leana dijo justo lo que no debía decirse y lo hizo en el peor momento imaginable: la semana en que será aprobada la incorporación formal y plena de la Guardia Nacional a la Sedena.