Voto de obediencia

Ciudad de México /

Una relación sumisa, atravesada por el voto de obediencia, es lo que el poderoso está exigiendo de manera cada día más descarnada.

La única libertad que valora es la que lleva a coincidir con sus creencias.

Se trata de una importación del universo religioso, original de las instituciones monacales.

Nadie, excepto el preceptor más encumbrado, puede ser su propio dueño.

La verdad no existe sino quien la dicta; todo se reduce por tanto a una batalla para conseguir hegemonía.

La regla es a la vez sencilla y absoluta: si no soy yo el propietario de tus verdades, es que alguien más ostenta ese lugar. Luego, quien se atreva a disentir será juzgado por pertenecer al señor equivocado.

De ahí la obsesión por denunciar al hereje como instrumento de una voluntad antagónica y malvada; cualquier mentira o verdad a medias será útil para acusarlo de marioneta al servicio del oscuro titiritero.

El poderoso no estará contento hasta lograr la supremacía y usará cuanto halle a su alcance para destruir a quien dispute su decir verdadero.

Asume como misión principal quebrar a quien resista, hundir a quien critique, incendiar a la persona que desafíe.

No solo se trata de dinamitar la reputación del individuo en rebeldía, sino también cualquier asidero desde el cual se pronuncien sus argumentos impertinentes.

Particular odio le despierta aquel que meta las narices donde él ha ordenado no hacerlo.

El castigo se repite una y otra vez: primero el aluvión de imprecaciones desde la tribuna y después las hordas de los obedientes que arriman la violencia.

En cambio, el poderoso será magnánimo cuando los insumisos se arrepientan: prodigará justicia y gracia, perdón, redención, impunidad y todo cuanto se le pida.

Premiará, pues, porque el mensaje fue entendido.

La semana pasada el poderoso derrumbó con despotismo los fundamentos que permiten las libertades de decir y publicar.

Al mismo tiempo decretó un linchamiento infame para engordar la rendición que lo rodea y también para forzar el voto de obediencia de quienes tienen dudas.

Zoom: olvida el poderoso que aquel que prefiere la sujeción sobre la verdad, al pasar del tiempo será recordado por engañar y humillar a sus semejantes.

Ricardo Raphael

@ricardomraphael

  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Milenio Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
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