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Abróchense los cinturones

Ciudad de México /

En marzo de 2023, luego del secuestro y asesinato de ciudadanos estadunidenses en Matamoros por el jefe de plaza del Cártel del Golfo, José Alberto García, La Kena, un grupo de senadores republicanos presentaron una iniciativa de ley para nombrar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. No prosperó porque Biden no apoyó la medida, necesitado como estaba del respaldo de México para contener la migración, punto álgido en las más recientes elecciones.

Ayer, el recién inaugurado presidente Trump firmó la orden ejecutiva. Ya había considerado la medida desde 2019, cuando lo detuvieron los militares y diplomáticos de carrera que le servían entonces. Hoy, cuando el agente naranja llega sin frenos, rodeado sólo de incondicionales ideologizados y sin experiencia, lo único que podemos dar por cierto en la relación entre México y Estados Unidos es que ninguno de los protocolos históricos, escritos y no, han quedado en pie, y que, en los hechos, a ambos lados del Bravo, la democracia y el estado de derecho agonizan. Por eso es imposible saber qué tantos de sus desquiciados pronunciamientos se harán realidad, o qué tantos son bravuconadas para halagar a su propio ego.

En realidad lo que la designación facilita es el estrangulamiento financiero de estos grupos, dándole a Washington capacidades para detectar, congelar y confiscar activos de personas y empresas cómplices o relacionadas con los cárteles. Nada que la ley RICO, en pie contra el crimen organizado desde los años 70, no tuviera ya. El problema es que, a estas alturas, no podemos descartar que Trump aproveche el vuelito para justificar hacer realidad sus fantasías de GI Joe contra los bad hombres en el shithole country al sur del Bravo y al oeste del Golfo de América. Es cierto que las incursiones militares gringas se llevan a cabo en México desde hace años, aunque siempre hayan sido negadas por nuestros gobiernos. Se han llevado a cabo en conjunto con ciertas partes de nuestro ejército, no pocas veces sin el conocimiento de nuestros presidentes: Peña Nieto se enteró de la última captura del Chapo, un golpe entre la DEA y la Marina, hasta que el capo ya volaba rumbo a Almoloya. El asuntito es que lo que Trump imagina no es eso, sino espectaculares operativos de película, con narcolaboratorios bombardeados y fuerzas especiales —ayer mencionó que no las descartaba— enviadas a capturar o matar a los grandes capos, como cuando la ejecución de Bin Laden en suelo pakistaní o los drones apuntados sin orden judicial sobre blancos en Somalia, Yemen, Afganistán, Irak y Siria.

La designación, eso sí, pone una presión brutal sobre Sheinbaum, quien de manera urgente deberá apaciguar las veleidades del gorila naranja. Con el agravante de que, cuando el poder político emana de la voluntad de un sólo hombre —y encima de uno ignorante, colérico y resentido—, los canales institucionales y legales sirven de muy poco. Lo bueno es que la Presidenta ya tiene experiencia lidiando con gente así. Lo malo es que los resultados para México han sido desastrosos.

Bienvenidos al nuevo orden.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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